Raimundo Fitero
Candidaturas
No son buenos días para la concentración parcelaria de neuronas. Madrugar con la radio o la tele encendidas es asegurarse una galopante halitosis sobrevenida durante varias semanas. Y acostarse con «59 segundos» es sufrir un ataque jurásico de desmemoria que solamente se puede entender como una precampaña electoral en la que Santiago Carrillo y Manuel Fraga Iribarne estén presentando en sociedad sus candidaturas a la presidencia de una asociación de políticos en desuso. Aunque bien mirado puede que tengan más argumentario estos dos fósiles que toda la clase de tropa política actual que cada vez más se alinean a golpe de pito con el único objetivo de no perder sus posiciones frente al que reparte los lugares en las listas.
La tosca realidad sigue amontonando emociones encontradas. Vamos de Azpeitia a Gavá sin solución de continuidad. Los informativos acumulan imágenes y retóricas, comparecencias y discursos, lluvia fina, fuego grueso, el dolor, el escapismo. Y de repente en medio de la tensión una corresponsal de TVE dice que uno de esos sucesos se «produció», y de la desavenencia con la realidad entramos en el asidero del lenguaje perjudicado por las prisas, del lenguaje convertido en pantalla virtual del desmoronamiento de las ideas, de la posibilidad de encontrar en una falta de ortografía la solución a un jeroglífico. Es probable que la historia contada con muchas faltas de sintaxis, sin saber conjugar los verbos podría sostenerse como una narración oral entre la leyenda y la mitología popular. Quizás más que recuperar la memoria histórica debamos corregir ortográficamente los libelos sobre la misma historia desmemorizada.
Agarrados a las sinalefas de los recuerdos avanzamos en zigzag por la parrilla con un mando a distancia universal y de nuevo comprobamos que las escaletas de las noticiarios televisivos son una reiteración de sucesos y noticias futbolísticas teñidas de asuntos de corruptelas con equipos vascos de por medio, que en las series se expresan mejor los departamentos de peluquería que los guionistas y que siguen anunciando el turrón más caro del mundo. Cómo me pica la nariz, ya no lo puedo resistir.