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La Kinky Beat se acerca cargada de ritmo, color y buenas vibraciones

Partiendo de Barcelona, La Kinky Beat lleva cinco años recorriendo el mundo con su baúl repleto de ritmos que el cuerpo no puede esquivar. Han cambiado varias veces de componentes, en realidad bastantes, músicos de aquí y del más allá, pero el espíritu de la Kinky vale más que un instrumento, por lo que ahí siguen con su reggae, con el folk del mundo, con el drum & bass, con la electrónica... Ahora presentan «Karate beat», entre lo mejor del año.

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Pablo CABEZA | BILBO

Todos los discos de La Kinky Beat son aconsejables y comestibles, pero el primero y el último siempre encierran sentimientos especiales. El debut fue «Made in Barna», en 2004, publicado por Kasba Music, uno de esos sellos grandes por su corazón y formas de trabajo y pequeños por el contacto que tienen con sus grupos. Una discográfica familiar a la que, aún siéndolo, no le faltan arrestos ni recursos para internacionalizar a sus grupos. No es cuestión de sangre, no, es devoción y fe en lo que hacen y en el cómo lo hacen. Y si el debut fue bueno, pues vamos a dimensionarlo con nuevos puntos de vista. De tal forma que en 2005 nació «RMX made in Barcelona», donde participó en las nuevas mezclas Fermin Muguruza.

Desde entonces las buenas relaciones con Euskal Herria se han mantenido y ampliado: «Se nos acogió desde el principio, en uno de los momentos más importantes: cuando empiezas. Desde ese día siempre hemos vuelto y claro, amigos/as, historias... Esas cosas. ¡Esperamos poder volver siempre!», comenta Miryam Matahary, su vocalista.

«Itaka berriro»

En «Karate beat», título tan inspirado como su contenido, La Kinky Beat afronta una versión del tema «Itaka berriro», de Fermin Muguruza. «La idea nació de una manera muy natural. Estabamos trabajando sobre un riddim (una base musical). Llevaba semanas escuchándolo y siempre nos venía a la cabeza `Itaka berriro', así que decidimos preguntar a Fermin si tenía algún inconveniente. Él nos dió su OK y ahí está. Nos encanta, es una cancion preciosa», señala Miryam.

Por elegancia, devolución del detalle, gran canción y buenas relaciones, Muguruza versionea en su «Asthmatic lion sound systema» el corte «I come from», uno de los mejores momentos del álbum y pieza de la Kinky. «Ese tema aparece en nuestro disco de remezclas de `Made in Barna'. ¡El tío la ha clavado!, expresa con entusiasmo Miryam.

La Kinky Beat se forma en la primavera de 2003 en la periferia de Barcelona. Es gente que llega de diferentes proyectos: Radio Bemba, Jaleo Real, Trimelón, Afrodisian Band y Radar Bcn. De la formación original quedan cuatro. «Sí, han pasado muchos músicos por la Kinky, pero todo es renovación -esboza Miryam-. No pasa nada. Para algunos no era el momento, otros estaban cansados de todo». Con todo, el sonido y el aliento musical del combo barcelonés se ha mantenido fiel al ideario, quizá gracias a su intenso trabajo en el día a día, como reconoce la vocalista: «Tenemos la suerte de poder dedicarnos todo el día a la música. Contamos con un espacio (laboratorio) en el que podemos buscar, estudiar... Y así pasamos los días cuando no estamos en la carretera», que casi es lo inhabitual en esta festiva banda.

DIRECTOS

Entre poesía y asuntos sociales del día a día, La Kinky Beat se crece en directo gracias a la solidez de sus propios discos y la amplia experiencia aprehendida de sus numerosas giras por Europa

Ficha

Lugar: Kukutxa gaztetxea del barrio Errekalde de Bilbo.

Fecha: Hoy.

Hora: 20.30 h.

Precio entrada: 6 euros.

Practican fusión, pero todo es más sencillo

«Karate beat» es una máquina rítmica con corazón. Aquí, como en un racimo de uvas, los diferentes estilos musicales se agolpan sin perder razón de lo que son. Suenan las guitarras distorsionadas, machacan las percusiones, teclados y ruiditos entre el peso de un bajo o una amable melodía. El término está quemado y parece vacío de contenido, pero la fusión es el recurso más directo para pintar lo que proponen La Kinky Beat, a quienes ser una derivada del tópico de Barcelona ciudad cosmopolita no les convence del todo: «Supongo que algo tendrá que ver, pero hay muchas bandas que no viven en Barna y tambien fusionan, ¿no? Hay mucha fama en toda esta historia. Creo que todo es mucho más sencillo», describe Miryam. Drum & bass, reggae, rocksteady, jungle, ragga... son parte del show. No hay fronteras ni idiomas imposibles. No obstante, quizá por una debilidad, cuando las notas caen por ritmos rastas, como en «No pain no gain», «Quiero sentirme iluminada» o «How do you feel» la sangre voltea con más fuerza. Con todo, ¿quién puede quedar indiferente ante una propuesta tecno tan vital como «Fly» o «La llama»?

P. C.

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