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Alvaro Reizabal Abogado

Rompiendo cristales

No parece que para solucionar un conflicto político lo mas idóneo sea decirle al contrario que o se rinde o lo fulminas del mapa. No suele dar resultado y la prueba es que ése es el mensaje oficial desde hace muchos años, sin que el asunto se resuelva

Rodríguez Ibarra es de esos políticos que siempre se están yendo, pero que a la postre, con una excusa ó con otra, vuelven a la palestra. Algo parecido a los cortes de coleta de los toreros, que se van para siempre, pero cuando se quedan sin pasta, se dan cuenta de que llevan el toro en la sangre y vuelven a los ruedos, aunque sea con unos cuantos kilos de más.

A muchos les pasa que se van porque de repente dicen que quieren disfrutar de la familia o porque, como en el caso del cuasi sempiterno presidente de Extremadura, la salud les da un aviso y no precisamente con la música como a los toreros, sino en forma de infartazo y optan, sabiamente, por hacer mutis por el foro y dedicarse a llevar una vida más acorde a las necesidades de su corazón.

Pero, pasado el susto morrocotudo y los buenos propósitos iniciales, la cabra tira al monte, y el mono de poder o al menos de notoriedad, les hace volver a colocarse en el «candelabro», como los toreros que gustan a la Mazagatos. Y de esa pasta parece este extremeño que con motivo de la presentación de su libro «Rompiendo cristales», se ha soltado la melena haciendo declaraciones de esas escandalosas que siempre le han gustado.

Ahora se ha permitido dar consejos al presidente del Gobierno español, que lo es también de su partido, y aconsejarle que tome la iniciativa y ofrezca a ETA un plazo de tres meses para disolverse y, de no hacerlo, iniciar una campaña de dureza, sobre todo penitenciaria que, según dice, puede llegar hasta limites insospechados.

No parece que para solucionar un conflicto político lo mas idóneo sea decirle al contrario que o se rinde o lo fulminas del mapa. No suele dar resultado y la prueba es que ése es el mensaje oficial desde hace muchos años, sin que el asunto se resuelva.

Pero amenazarle con que las represalias de la no rendición incondicional recaerán sobre sus prisioneros evidencia que quien así se expresa considera a los presos rehénes a los que puede hacer sufrir a su antojo y hasta límites insospechados, como venganza por el comportamiento de terceros. Que me expliquen si esto no es proponer Guantánamos a la española. Ilegal, inmoral, contrario a todas las convenciones internacionales sobre derechos humanos, pero además inútil, porque desde hace muchos años los presos políticos vascos vienen siendo sometidos a condiciones de extrema dureza: dispersados eternamente en el mas rígido de los regímenes posibles, creando doctrinas artificiales y ex profeso para evitar su excarcelación cuando han cumplido las penas, legislando nuevas condenas encubiertas para cuando, pese a todo, salgan...

A muchos, la política penitenciaria les llevó al suicidio y el problema sigue sin resolver. No es fácil imaginar cuál puede ser ese límite insospechado a que puede llegar la política penitenciaria, pero visto lo visto, sospecho que las ideas que propone este rompedor de cristales se deslizan peligrosamente por la pendiente que conduce a la tortura.

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