Uno de los mejores representantes del alpinismo de la época comprendida entre los 50 y 60 ha muerto hace escasas fechas. Con Walter Bonatti firmó una impresionante apertura en la norte de la Grandes Jorasses.

«No me gusta escalar con una cordada por delante; también me cuesta elegir compañero, pero con Vaucher es distinto. Es el único junto a Pierre Mazeaud y Carlo Mauri que mientras escala en cabeza de cordada me transmite tranquilidad. Es como si estuviera en su piel». Ésto lo decía nada más y nada menos que el gran Walter Bonatti con quien compartió cordada en aperturas de reconocimiento cum laudem para su época.

Para que el lector se haga una idea, citaremos la actividad que desarrolló este tándem entre el 6 y 9 de agosto de 1964. Bonatti y Vaucher se atrevieron con una nueva línea en la norte de las Grandes Jorasses, una nueva ruta alucinante de 1.100 metros que los llevaría hasta la Punta Whimper, y que, 44 años más tarde, está cotada de M5+/6, 85º/90º y 5c. Y seguimos con este ejemplo, para recordar lo afirmado por el alpinista francés François Marsigny tras escalar la vía hace cuatro años junto a Benoit Jaquemot: «Es más difícil que la MacIntyre pero menos que la No Siesta». La primera abierta en 1976 (VI, 6), y la segunda diez años más tarde (VI, 6, 6a y A1).

Ésta no es más que una de las tantas actividades sobresalientes realizadas por el suizo Vaucher, quien moría el pasado 17 de noviembre a los 71 años de edad. Fue uno de los grandes alpinistas de su época, de esa época dorada comprendida entre las décadas de los 50 y 60. Nació en Ginebra, y ya a los 19 años empezó a subirse por paredes y montañas. Enseguida destacó; en roca, por ejemplo, era capaz de superar pasos comprometidos de 6a, pero, eso sí, con bota gorda. Alpes y Dolomitas fueron sus santuarios, y también se dejó ver por un ochomil. En una palabra: significó para Suiza lo que Bonatti fue para los italianos y Terray para los franceses.

Alpinista y guía

Este fuera de serie también se dejó ver en escaladas en solitario y sin cuerda. En el 57, por ejemplo, recorría en ese estilo la larguísima arista sur de la Aiguille Noire de Peuterey (Macizo del Mont Blanc). Y todo ello en tan sólo cuatro horas y media. En Dolomitas también escalaba en solitario un año más tarde una vía de la envergadura de la Andrich en la Torre Venecia.

Tampoco nos olvidamos de la primera ascensión de la ahora clásica ruta diseñada en plena cara este del Petit Clocher de Portalet; apertura que firmaba junto al italiano Italo Gamboni, quien también moría recientemente. Sí, Vaucher ha dejado un legado muy importante con numerosas escaladas clásicas en Alpes y Dolomitas, donde dejó su impronta aperturista en la mayoría de caras nortes.

Gracias a su portento y a su gran currículo, este alpinista suizo tuvo el honor de presentarse en 1960 ante uno de los 14 ochomiles: el Dhaulagiri. Pues bien, como miembro de una expedición suiza liderada por Max Eiselin, se hacía con ese ochomil justo diez días más tarde de la primera ascensión que se embolsaron Kurt Diemberger y compañía.

Como muchos alpinistas de aquella época, Vaucher también se dedicó a tareas de guía de montaña. Así, con diferentes clientes era capaz de subirse por la Cassin de la norte de las Grandes Jorasses o por la Heckmair o clásica ruta de la cara norte del Eiger. Como se lee, compartía la cuerda tanto con representantes de la época dorada del alpinismo como con desconocidos. Junto a sus esposa Ivette, por ejemplo, escalaba itinerarios mixtos duros como la Directa a la cara norte de la Dent Blanche.

Para acabar, un par de apuntes más sobre su carrera, esta vez desde el punto de vista divulgativo y cinematográfico. En 1979 escribía Les Alpes Valaisannes. Y ya a las órdenes de directores y realizadores ha participado en filmes históricos como Les étoiles de Midi de Marcel Ichac. Era 1958 y junto a Vaucher estuvieron Lionel Terray, René Desmaison... Tampoco nos olvidamos de su aportación en la cinta dirigida por Norman Dyhrenfurth de 1960: Erfolg amndt Dhaulagiri.