Martin Garitano Periodista
Jugar con los prisioneros
Una vez más el Gobierno español ha cedido a la tentación de jugar con los presos vascos como si de fichas sobre un damero se tratara. Desde que el funesto Múgica Herzog -asesorado por un PNV que aún no ha pedido perdón por ello- los convirtiera en rehenes a quienes zarandear cuando las cosas no le fueran bien en el escenario exterior, los ciudadanos vascos prisioneros del Estado español son sometidos a distintos grados de crueldad según evolucionen los hechos de la política. No cabe, pues, mejor demostración del carácter político de unos prisioneros a los que pretenden negar esa misma condición.
Ahora que a Pérez Rubalcaba le han salido bien sucesivas operaciones policiales en el combate contra ETA y certificado el fracaso de la, tal vez, mejor ocasión que han tenido para avanzar hacia la normalización política y alcanzar la pacificación, el Gobierno español se dispone a ensayar una nueva estratagema para, mediante el siniestro juego del palo y la zanahoria, dividir a los presos, anular su comportamiento político y zaherir a sus familias. Todo en aras a debilitar el movimiento independentista y justificar con su derrota el enorme error (histórico, diría) de hacer saltar por los aires un proceso de negociación levantado sobre bases sólidas, realistas y democráticas.
El juego del mandarín Rubalcaba es simplón, aunque alguien pueda pensar que astuto e inteligente. Acercar a Euskal Herria a presos que considera desvinculados de ETA y anunciar al tiempo el alejamiento de quienes no lo hagan puede resultar atractivo para quienes entienden que el final del conflicto tendrá forma de derrota militar, con prisioneros irredentos abarrotando campos de concentración, indultos a quienes se comprometan con las medidas de gracia impuestas por los vencedores y con un movimiento independentista arrasado y sin capacidad de reacción.
Sin embargo, nadie sensato puede pensar que un enfrentamiento tan crudo, que hunde sus raíces en el tiempo y miles de agravios, pueda encontrar solución en esos parámetros.
Rubalcaba tiene experiencia. Conoció bien los tiempos del GAL y a sus máximos responsables; participó en el diseño de la dispersión; evaluó los resultados de las diferentes ofertas de arrepentimiento... Todo fracasó.
Ahora vuelve por donde solía con el palo y la zanahoria para los presos, el palo policial contra ETA y el ostracismo político para el independentismo. Sabe que también esto fracasará pero... tal vez no sepa hacer otra cosa.