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ANDINISMO Nueva línea

Exploración y apertura en el nevado Ulta

El esloveno Viktor Mlinar y el vasco Aritza Monasterio abren la primera línea de la cara Sur de la montaña (5.875 m) en estilo ligero. Fueron 12 horas para Andinista-Rifnik: 650 m, MD+/ED, VI, 4+

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Andoni ARABAOLAZA

Aunque la temporada andinista se centre en los próximos meses en los diferentes cerros y murallones de Patagonia, hacemos un pequeño parón, retrocedemos unos meses y nos centramos en una importante actividad realizada por Aritza Monasterio. Sí, nos vamos al verano de los Andes peruanos, más concretamente hasta la Cordillera Blanca, y es que el elgoibartarra afincado en Huaraz y su colega esloveno Viktor Mlinar firmaron la primera línea surcada en plena cara sur del Nevado Ulta (5.875 m)

Siguiendo a su filosofía andina, Monasterio nos presenta de nuevo las tres columnas en las que se sustentan sus actividades: exploración, exposición y dificultad. Tal y como confirma a GARA, al Nevado Ulta le tenía muchas ganas: «Siempre ha sido una montaña que he deseado escalar desde que la vi por primera vez, entre otras cosas, por su belleza y dificultad. En definitiva, era un deseo desde hace tiempo que se ha hecho realidad. Era, por decirlo de alguna forma, mi cuarto intento. En el 2006 estuve acompañado por Mikel Saez de Urabain y un año más tarde por Gregal, un compañero esloveno, pero en ambas ocasiones no realizamos la escalada ya que las condiciones no eran las adecuadas. Lo mismo me ha pasado en un intento previo esta misma temporada, y en esta ocasión también me retiré por la exposición que presentaba la montaña mientras la escalaba».

Y sobre el Nevado Ulta, ¿qué podemos decir? Pues, entre otras cuestiones, que llama mucho la atención de que, a pesar de figurar en un enclave bastante conocido, pase casi desapercibido para la gran mayoría de montañeros que se acercan a la Cordillera Blanca peruana. Por situarlo un poco, es una montaña que comparte valle o quebrada con las vertientes Este del Huascarán y Chopicalpi. Además, su nombre de nevado se debe a que es el pico más importante de dicha quebrada. Justamente a través de este valle se accede a las vertientes Norte y Este de la montaña. Y es en estas caras donde están dibujadas las escasísimas rutas que cuenta.

Si, muy pocas, y es que sólo cuenta con tres líneas; esa es por lo menos la información que posee Monasterio. El andinista nos adelanta que las vías recorren la vertiente Norte y una la arista Este. Y sus dificultades técnicas van desde el D, pasando por el MD+ y terminando por un ED.

Pues bien, la cordada eslovena-vasca quiso aportar en la historia del Nevado Ulta explorando su cara Sur y abriendo la primera línea de esta vertiente el pasado 18 de julio. En 12 horas de ida y vuelta empezando desde los 5.150 metros de altura, escalan la nueva ruta, Andinista-Rifnik, de 650 metros y dificultades de MD+/ED, VI, 4+.

Rápido y ligero

Como adelantábamos anteriormente, Monasterio tenía más que claro que la Sur iba a ser la vertiente por donde escalaría el Nevado Ulta: «Mi proyecto de ascender esta montaña siempre ha estado centrado en su cara Sur, donde, por la información que disponía, todavía no había ninguna línea trazada y además permanecía inexplorada. Se trata de una vertiente más escondida, remota y de difícil acceso. Todo ello siempre me ha atraído, y, claro está, estos aspectos te ofrecen una mayor alternativa para la aventura y exploración».

El compañero de cordada con el que ha compartido estas nuevas experiencias en el Nevado Ulta ha sido otro viejo amigo esloveno: Viktor Mlinar. Y quisiéramos incidir en lo de viejo amigo esloveno, ya que el andinista guipuzcoano lleva ya casi quince años escalando con alpinistas de ese pequeño país europeo y Mlinar ya es para Monasterio como de casa: «Mlinar es un viejo amigo con el que ya he compartido otras escaladas. Pertenece al grupo de colegas eslovenos que conocí en 1995, y a los que me une una gran amistad. Junto a Viktor me he atado la cuerda para subir al Alpamayo, el Artesonraju, Siula Grande... También estuve con él y otros eslovenos en las expediciones del Chacraraju del 96 y del Manaslu del 2003. Viktor es un gran alpinista y una gran persona».

Cuatro jornadas, ida y vuelta a Huaraz, para la nueva vía de la cordada eslovena-vasca. Tras cuatro horas de tortuoso viaje en autobús, los andinistas empiezan la fase de aproximación con mochila a la espalda, y después de tres horas de pateo instalan un campo en plena morrena a 4.625 metros de altura. La segunda jornada la dedican a instalar el campo 1 casi 500 metros más arriba de la morrena, justo al pie de un gran pilar rocoso. Según nos informa Monasterio, atravesar esa zona fue bastante incómodo: «Tuvimos que recorrer un largo y salvaje glaciar, bien cargados y con nieve profunda en unas cuatro horas».

Para el tercer día de aventura ya se encuentran dispuestos a enfrentarse a la cara Sur de la montaña. Hacia las cinco de la mañana salen del C1 a unos 5.110 metros, y, tras atravesar un par de rimayas, se meten de lleno en la pared escogida para la escalada. A partir de ahí, añade el elgoibartarra, comienzan las verdaderas dificultades técnicas: «Para empezar tuvimos que superar varias secciones de nieve fresca y profunda. Una vez superadas, subimos por unas rampas de 60º hasta el primer resalte vertical de la pared. En este punto el hielo estaba en buenas condiciones, escalamos un buen largo a 80º y el resalte lo dejamos atrás. Después, cruzamos una típica cresta de nieve inestable para continuar por un corredor hasta la base de otro resalte que escondía una cascada de hielo vertical a 90º-95º».

Mlinar y Monasterio ya se encontraban cerca de la cima, debajo de ella. Trataron de encararla directamente, una salida elegante, pero tuvieron que cambiar de parecer ya que se encontraron con nieve inestable muy vertical y expuesta. La alternativa fue salir a la arista somital un poco más a la derecha. «Nos encontrábamos a 5.800 metros, y lo poco que nos quedaba por delante era una sucesión de hongos y merengues de nieve que recomendó a nuestro instinto de conservación iniciar el descenso», adelanta Monasterio.

Así pues, sin cima pero con la primera vía abierta en la cara Sur del Nevado Ulta, la cordada emprende el descenso. Tras unos siete u ochos rápeles, los protagonistas de esta actividad se encuentran debajo de una de las rimayas. Continúan destrepando hasta debajo de la otra rimaya y prosiguen por el glaciar hasta donde colocaron el C1. Eran la 5 de la tarde.

En total, 12 horas de actividad comenzando y finalizando en ese campo a 5.150 metros. Rápido y ligero como le gusta a esta cordada. Llevaron dos cuerdas de 7,7 milímetros y 60 metros cada una, algunos tornillos de hielo, un par de estacas de nieve, algunas cintas, nada de material de vivac, un litro de líquido por persona y algunas barras energéticas.

Tras bautizarla como Andinista-Rifnik, Monasterio quiere concluir la información que nos ha enviado con dos notas, ambas cargadas de valor humano y reconocimiento: «A la actividad le doy la importancia personal que merece como experiencia y aventura única que tiene para mí, en la que, más allá de su valor andino por su dificultad, exposición y apertura de una nueva línea, tiene el valor de haberla vivido con un gran amigo y compañero como es Viktor. Asimismo, deseo añadir unas líneas para recordar a otro amigo, a Pavle Kozjek, desaparecido en agosto en el Mustagh Tower (Karakorum). Me permitiste ir contigo a las montañas y aprender mucho a tu lado. No sólo en la manera de hacer, sino también en la de ver las montañas y en la amistad que nos unía. Siempre me acompañarás ahí arriba. Un abrazo».

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