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Josebe EGIA

Necesario y urgente

La causa no siempre es la misma, pero la prevención para que no ocurra tiene nombre propio: condón. Me refiero a los embarazos no deseados y al sida. El condón es parte de la receta de una buena educación sexual y una información adecuada. Si vamos a los datos, vemos que entre la población joven estos elementos dejan mucho que desear.

El retrato de las mujeres que deciden interrumpir su embarazo en la CAV es el de una mujer soltera, sin hijos anteriores, que opta por abortar voluntariamente y elige para ello una clínica privada. Durante 2007 se practicaron un total de 2.955 abortos, lo que volvió a elevar la media respecto a 2006. De estos abortos, sólo 181 se realizaron en hospitales públicos, y prácticamente el resto, el 93%, en clínicas privadas. Una de cada tres mujeres que abortaron en 2007 lo habían hecho ya antes una o más veces. Esto indica, entre otras causas, una cierta desvalorización del aborto -percibido como un método anticonceptivo de emergencia-, cuando es una intervención agresiva que puede dejar secuelas físicas y psicológicas.

Por otra parte, en 2008, en esta Comunidad se han diagnosticado 190 nuevas infecciones por VIH -mayoritariamente entre jóvenes-, lo que supone un 9% más que en 2007. De éstas, el 47,6% lo fueron por relaciones heterosexuales sin protección, el 31% por relaciones homosexuales y el 8,3% por compartir jeringuillas, según los datos facilitados por las asociaciones que luchan contra el sida, que han lanzado el mensaje de «Ante el VIH tu actitud marca la diferencia».

Ante estas cifras, parece evidente que falta una correcta educación sexual. Muchas familias la han delegado en la escuela, y muchas escuelas se esfuerzan por darla, pero muchas otras, más que educar, lo que hacen es impartir moralina. Las encuestas indican que un porcentaje nada desdeñable de jóvenes gestionan su vida sexual con una gran inconsciencia. Eso se traduce no sólo en más embarazos no deseados y más abortos, sino también en un repunte de las enfermedades de transmisión sexual y del sida. Por otro lado, aunque las y los jóvenes disponen de mucha información -incluso, quizás, demasiada-, parte de la que les llega es confusa y a veces hasta contradictoria. La información es un requisito indispensable, pero no suficiente para cambiar las conductas de riesgo, por lo que es necesario que desde las familias y desde los poderes públicos se refuercen estos dos campos con medidas serias y urgentes.

En cuanto al incremento de los abortos, personas expertas en esta materia coinciden en señalar que uno de los elementos es la privatización de las intervenciones para interrumpir el embarazo. No sólo se han practicado más abortos, sino que la mayoría se han realizado fuera de la sanidad pública. Es urgente la reforma de la Ley del Aborto que ya ha comenzado, pero tanto como esto lo es regular de una vez por todas la objeción de conciencia, donde se esconden las y los profesionales de la pública que no quieren asumir el ejercicio de su profesión cuando no les interesa.

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