Impotencia ante el abordaje de más barcos en aguas del Golfo de Adén
Ni la operación de la UE en aguas somalíes ni la segunda resolución en quince días del Consejo de Seguridad de la ONU han servido para amilanar a los piratas somalíes, que atacaron ayer a otros cuatro barcos, capturando a tres de ellos. Fuentes occidentales apuntan ya a una operación terrestre contra los santuarios piratas en tierra. Todo un dilema. Somalia, además de Estado fallido, suele ser una trampa mortal.
GARA |
Los piratas somalíes, insensibles al reciente despliegue de una fuerza naval de la UE a lo largo de sus costas, lanzaron ayer una nueva serie de ataques en el Golfo de Adén horas después de que la ONU aprobara una resolución que da carta blanca a las potencias mundiales para actuar contra esta práctica.
Tres barcos, un carguero turco, un remorcador malasio y una nave de recreo, fueron abordados ayer. La intervención de fuerzas extranjeras en la zona impidió el abordaje de un cuarto barco, de bandera china.
El remolcador malasio trabaja para la multinacional petrolera francesa Total. El carguero turco trató sin éxito de repeler a tiros el abordaje.
Al menos 108 naves han sido atacadas por piratas somalíes en lo que va de año. 42 de ellas han sido capturadas, según un recuento del Centro antipiratería de la Oficina Marítima Internacional (BMI), de Kuala Lumpur.
Catorce mercantes y 240 miembros de sus tripulaciones están actualmente en manos de los piratas en espera del abono de un rescate.
Esta nueva demostración de fuerza tiene lugar una semana después del despliegue de la primera operación naval de la UE, Atalante. La misión, cuya nave almirante griega llegó el martes a Djibuti, agrupará a seis navíos de guerra y tres aviones patrulla. A ellos se suma la presencia de barcos de guerra de la OTAN y de Rusia y de otras potencias, en total una quincena.
El BMI califica este contingente de insuficiente para garantizar la «seguridad en esta amplia franja marítima», que comprende una superficie de un millón de metros cuadrados
Precisamente, el pasado martes el Consejo de Seguridad adoptaba una nueva resolución reforzando las atribuciones de las potencias extranjeras para perseguir a los piratas en territorio somalí. La resolución 1851 autoriza por un año operaciones internacionales, aunque no prevé explícitamente la posibilidad de utilizar el espacio aéreo somalí. Este texto sigue a la resolución 1846 que, aprobada el pasado 2 de diciembre, daba luz verde a la presencia de naves de la UE en aguas jurisdiccionales somalíes.
Operación terrestre
Fuentes europeas aseguraron que tras la nueva resolución, la cuestión sólo es saber cuándo se lanzará una operación militar contra los piratas en sus refugios en tierra .
«Hace falta una operación de envergadura, Atrapar a algunos piratas en alta mar no es suficiente», señala un diplomático europeo, quien interpreta que la segunda resolución «da una base jurídica» a una operación terrestre y «abre la vía a la resolución del problema de raíz».
El Gobierno ruso ya evocó el pasado mes de noviembre la eventualidad de un ataque de este tipo. Los jefes militares de la OTAN lo reconocían, asimismo, con la boca pequeña, como «la única solución para disminuir la presión sobre una de las vías marítimas más estratégicas del Planeta».
Tanguy Struye, profesor de Geopolítica de la Universidad de Louvain-la-neuve (UCL), aseguró que «podemos imaginarnos a priori una operación francoestadounidense de comandos. Francia y EEUU, presentes ambos en Djibuti y suficientemente experimentados, son los que mejor posicionados están para actuar militarmente en la región», recuerdó.
El experto belga señaló, no obstante, que semejante operación precisaría de una línea segura de suministros y de apoyo en hombres que le haría depender de aliados locales.
Protectores de las aguas
Los piratas afirman que su objetivo es defender las aguas somalíes contra el robo de sus recursos pesqueros y contra el vertido de desechos tóxicos y aseguran que no tolerarán la presencia extranjera.
A bordo de embarcaciones rápidas, y armadas con lanzagranadas y kalachnikovs, estas milicias siguen atacando a naves aisladas y eluden con facilidad la concentración de barcos de guerra. La ONU calcula que han podido cobrar en rescates este año más de 120 millones de dólares. Un montante que podría aumentar si los propietarios saudíes del supercarguero Sirius Star, pagan los 15 millones de dólares exigidos.
Los piratas aseguran que reparten parte de los beneficios entre los pobladores de las costas y que garantizan su ya difícil supervivencia.
Hasta la Administración Bush, por boca de su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, ha reconocido que todas las resoluciones serán insuficientes si Somalia sigue anclada en la inestabilidad.
La Unión Africana insistió recientemente en que la piratería no es sino una consecuencia del deterioro de la situación en Somalia, que sufre una guerra civil instigada por terceros desde 1991.
«Mientras no se restablezca la paz y un Ejecutivo de unidad nacional, siempre habrá somalíes en una situación suficientemente catastrófica como para arriesgarse a abordar barcos», coincide Struye.
Somalia está dividida en satrapías herederas de la ocupación colonial. El Estado que responde a ese nombre fue invadido en 2006 por Etiopía, alentada por EEUU, e instaló en el poder a un Gobierno títere que controla a duras penas la situación en Mogadiscio y en la ciudad de Baidoa. El resto de Somalia está en manos de la resistencia islamista, cuyo Gobierno central fue derrotado por el Ejército etíope.
Con una insurgencia cada vez más fuerte, el Ejecutivo títere se desangra en luchas internas. El presidente, Abdullahi Yusuf Ahmed, acaba de imponer un nuevo primer ministro pese a la oposición del Parlamento, que tiene su sede en Baidoa, 250 kilómetros al noroeste de Mogadiscio.
Yusuf destituyó el pasado fin de semana al jefe de Gobierno, Nur Hassan Hussein, quien ha tratado de desactivar la insurgencia islamista alcanzando un acuerdo de paz con islamistas moderados el pasado mes de octubre en Djibuti.
