Teodoro Rentería Arróyave Periodista y escritor mexicano
Zapatazo
Provocó guerras intervencionistas contra sus antiguos países socios, traicionó a sus presidentes y los mandó al cadalso. Creó cárceles al margen de toda normatividad doméstica e internacional como la Base Naval de Guantánamo
Todos aquellos en el mundo que no están acostumbrados o que de plano se dan un respiro en el asueto del domingo de no leer, escuchar y ver noticias, se desayunaron este lunes con la que destacaron todos les medios y los visuales; además, nos dieron a conocer la magnífica secuencia del «zapatazo» de un reportero al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, paralelo al grito de «adiós perro».
A nivel nacional e internacional, dos sujetos simplemente trastornados de sus facultades mentales nos «gobernaron», no lo decimos nosotros sino organizaciones que se suponen respetables. Nos referimos a Vicente Fox Quesada y al todavía jefe de la Casa Blanca, Bush junior.
Aunque las respuestas son obvias, se antojaría preguntar: ¿Qué le hizo a México el primero y que le hizo a Estados Unidos el segundo y ambos a la humanidad? Desde luego no existe comparación entre uno y otro, no obstante que ambos muy pequeños, por sus aberrantes actuaciones, todo lo complicaron y todo lo trastornaron.
Fox Quesada desperdició miserablemente el capital político que le había otorgado el electorado ante el cansancio de los gobiernos priístas, el mismo por el que ahora suspiran millones de mexicanos. Dilapidó el dinero a su antojo, disparó las crisis actuales de inseguridad e inestabilidad económica, al dedicarse sólo a la frivolidad acompañada de su pareja romántica, cuyos excesos son de todos conocidos; en el ámbito global, no tuvo el menor recato en colocarse a las órdenes del imperio con una cerviz genuflexa al servicio de su patrón Bush.
Por su parte, el beodo contumaz George W. Bush, repetimos, no lo decimos nosotros, cientos, miles de fotografías y videos atestiguan el aserto, desde ese estado inconveniente gobernó la gran potencia mundial y desde luego incontables países adláteres del imperio.
Provocó guerras intervencionistas contra sus antiguos países socios, traicionó a sus presidentes, que fueron amigos de Estados Unidos y de él en lo particular, y los mandó al cadalso. Creó cárceles al margen de toda legalidad propia e internacional como la Base Naval de Guantánamo, sin respeto alguno a la República de Cuba, y sostuvo el criminal embargo a la isla; su Ley Patriot es lo más semejante a un gobierno de facto y por decreto, ya que, sin eufemismos, suprimió las libertades, entre ellas las de prensa y expresión en la nación que se preciaba de ello, y también sus leyes personales las impuso al mundo.
Ante todo esto ¿de qué nos extrañamos? Tenían que sucederse los hechos: el informe del Vaticano en el sentido de que Vicente Fox Quesada no está al cien por cien en sus cabales, y por tanto no está en condiciones de volver a contraer nupcias, ahora con Marthita Fox -si usa la «h» intermedia en su nombre, pongámosela en el diminutivo-, es de reflexionar: la Iglesia protege a la Sahagún, y a «las mexicanas y a los mexicanos» ¿Quién los defendió para evitar que los gobernara un desquiciado?
¿Qué nos extraña, en conclusión, que un periodista iraquí le arrojara en Bagdad un «zapatazo», al tiempo que pronunciara: «¡Ahí te va un beso de despedida, perro!»?
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