Los afganos advierten a EEUU de que sus refuerzos no evitarán su fracaso
El anuncio por parte de EEUU de que enviará otros 20 ó 30.000 soldados a Afganistán no ha convencido ni a sus aliados locales. Si los talibán ya han advertido de que ello no le evitará su derrota, diputados y analistas coinciden en que el refuerzo no solucionará nada a largo plazo. Washington no excluye un diálogo, pero todo apunta a que recrudecerá su ofensiva para plantearlo desde una posición de fuerza.GARA |
La guerrilla talibán ha «prometido» a EEUU una derrota tan aplastante en Afganistán como la propinada a los soviéticos en los ochenta. «Cada día (los estadounidenses) cambian su discurso para disimular su derrota. Ahora quieren enviar a Afganistán la misma cantidad de tropas que los soviéticos en los años 80», señaló Yusuf Ahmadi, uno de los portavoces talibán en referencia al anuncio de que Washington planea enviar decenas de miles de refuerzos al avispero. Tras calificar irónicamente de «extraña» esta decisión, Ahmadi añadió que deja en evidencia «las tácticas dilatorias (de EEUU) frente a una lucha que se les escapa de las manos».
Los talibán no son los únicos que auguran el fracaso de este refuerzo militar. «Cuanto más ha aumentado el número de tropas más se ha degradado la seguridad y la rebelión se ha reforzado», advierte Shukria Barakzai, diputada de Kabul poco sospechosa de connivencia con los talibán.
Tampoco es la única que se muestra escasamente convencida tras la decisión anunciada el sábado por el Pentágono. «No creo que ésto vaya a tener efectos positivos en la seguridad del país», coincide Safia Sidiqi, diputada de la provincia de Nangarhar (este de Afganistán).
«Solución a corto plazo»
Menos escéptico, el analista político Haroon Mir juzga como «positivo» y «necesario» el aumento del contingente de soldados extranjeros (actualmente son ya más de 70.000), sobre todo habida cuenta de la debilidad del Gobierno títere y de las milicias colaboracionistas. No obstante, Mir reconoce asimismo que «ello no supondrá una solución a largo plazo».
El Gobierno de Hamid Karzai ha saludado el anuncio y mostrado su esperanza de que los refuerzos sean enviados al este y al sur del país, feudos de la resistencia afgana.
De visita ayer en Kabul, el jefe del Estado Mayor estadounidense, almirante Michael Mullen, confirmó este extremo.
Un callejón sin salida
Más allá del contingente militar, los responsables afganos coinciden en advertir de que la situación no mejorará mientras EEUU no atenúe la brutalidad de su estrategia militar, contraproductiva y sin salida, y priorice una salida política.
«Si siguen bombardeando y deteniendo a inocentes, entrando a la fuerza en las casas, el pueblo terminará por levantarse, sea el que sea el número de tropas, y fracasarán como los soviéticos» en los ochenta, previene Mosa Jan Nasrat, diputado de la provincia de Farah (oeste).
Más allá, muchos observadores coinciden, como el diputado Abdul Kabir Eangbar, en que «la crisis afgana no podrá ser resuelta únicamente por las armas» e instan a EEUU a «reforzar las debilitadas y corrompidas instituciones afganas, comenzando por la Policía, y a multiplicar la ayuda a una población laminada por las sequías y la inflación».
Más aún, no pocos insisten en la necesidad de negociar con Pakistán e incluso con la propia resistencia afgana, idea que gana adeptos en Washington.
Originario de Afganistán y hoy embajador de EEUU ante la ONU, Zalmay Jalilzad no excluyó una negociación con los talibán «moderados» pero advirtió de que sería «únicamente desde una posición de fuerza».
Todo apunta a que EEUU podría intensificar su campaña en los próximos meses, como hicieron en Irak en 2007. «Con el riesgo de enajenarse totalmente a la población, sobre todo si nada cambia en el Gobierno afgano», advierte Haroon Mir.
Cinco personas, cuatro civiles y un kamikaze, murieron en una explosión cerca de la sede del gobernador de Ghazni, en el sur de Afganistán.
Al menos ocho personas murieron ayer en un ataque con misiles por parte de aviones no tripulados de EEUU en una zona tribal del noroeste de Pakistán.
El futuro de la presencia en Irak de tropas extranjeras no estadounidenses tras el 31 de diciembre de este año está seriamente comprometido con una crisis parlamentaria.
La Cámara se reunió ayer para tratar el tema pero la exigencia de que el presidente del Parlamento, Mahmud Machhadani, dimita, centró todos los debates.
La crisis estalló el pasado miércoles y Machhadani amenazó con dimitir tras un duro intercambio con diputados de la mayoría gubernamental, kurdos y chiítas. Concretamente el presidente señaló a un diputado kurdo que «tú no me vas a decir qué tengo que hacer, vuélvete a Kurdistán» y acusó a otro de ser un agente de Israel por haber viajado a Tel Aviv el pasado mes de setiembre.
La de ayer era la última sesión prevista antes del próximo 30 de diciembre, en vísperas de que expire el actual mandato de la ONU que da carta de naturaleza legal, que no legítima, a la presencia extranjera en Irak. El Parlamento debe votar antes una resolución encargando al Gobierno que firme un acuerdo prorrogando la misión de estas fuerzas en Irak, tal y como hizo con Washington.