Raimundo Fitero
Sin identificar
Antena 3 estrenó la noche del lunes una nueva serie que tiene la intención de atrapar a los jóvenes. Su mismo título «18», quiere encauzar esa corriente de audiencia, los que andan a punto o acaban de entrar en la mayoría de edad oficial. Es un intento que sobre el papel parece muy atractivo ya que los analistas de audiencias saben con bastante certeza los fragmentos de edad y clase social que ven cada programa, y para los jóvenes, o para esa edad o estado de ánimo tan difícil de identificar no se encuentran demasiados espacios, ni series, o al menos no que tengan esa voluntad previa.
El arranque en términos científicos, es decir en los medidores de Sofres ha sido bastante tibio, al borde de lo sostenible. Se debe señalar que esta serie ha tenido un lanzamiento bastante exhaustivo en la cadena que lo emite y en otros medios de comunicación, por lo que el resultado de su primera emisión no es un buen síntoma, aunque tendrán una retahíla de excusas y analgésicos para que no cunda el pánico.
Y es ahí donde nos perdemos. Somos capaces de tener a los personajes muy localizados en un ambiente y en lenguaje, incluso en un acento muy cheli y madrileño en el peor sentido, pero no los identificamos. Es decir, en la primera entrega, cuando se plantean las líneas maestras de desarrollo de las tramas, no sabríamos hacer un resumen que se entendiera. El lenguaje audiovisual, sus cortes de narración, sus saltos no ayudan y aunque den cierto aire de modernidad, esconden lagunas incomprensibles. Los guiones son flojos y los diálogos endebles, que todavía se convierten en peores debido a un desastroso reparto en el que se ha buscado más el cuerpo, la imagen rotunda, que la interpretación. Algunos de los intérpretes dan una imagen que podría funcionar, pero en el momento en el que abren la boca y hablan, se derrumba su imagen, el personaje y la serie, a la que sumando tantas fallas, grietas y desajustes, no le acabamos de ver mucho futuro. Y otra cosa, lo que plantean en las tramas es como mucho para niños y niñas de 14 para abajo. Los de 18 están en otros asuntos. Al menos en mi barrio.