El nombre del democristiano flamenco Herman Van Rompuy, presidente de la C�mara de Diputados de B�lgica, figuraba desde el principio en las quinielas para suceder al primer ministro dimisionario Yves Leterme, pero hasta ayer siempre hab�a rechazado la posibilidad de dejar la Presidencia del Parlamento. Ayer, el rey belga Alberto II le encarg� la tarea de formar Gobierno.

Diez d�as despu�s de la dimisi�n de Leterme tras haber sido acusado de presionar a la Justicia para que validara su plan de rescate del banco Fortis, parece que B�lgica ha encontrado la salida a un nuevo cap�tulo de su �ltimamente eterna crisis pol�tica y podr�a cumplir el objetivo de entrar en 2009 con un Gobierno reconstituido y estable.

Todo parece indicar que la buena gesti�n realizada esta �ltima semana por Wilfried Martens y la conversaci�n mantenida ayer mismo con el rey belga terminaron por convencer a Van Rompuy de que la oferta era irrenunciable.

Respetado por su moderaci�n y discreci�n, Van Rompuy no tendr� grandes dificultades, seg�n la mayor�a de los analistas, para constituir r�pidamente un Gabinete que permita a B�lgica afrontar enormes desaf�os pol�ticos, econ�micos y sociales que se avecinan.

Antes del anuncio del encargo, el monarca hab�a recibido en audiencia en su residencia del Palacio de Laeken primero a Martens, que le transmiti� el resultado final de sus gestiones, y despu�s de Van Rompuy.

En una semana de contactos Martens hab�a logrado un acuerdo entre los cinco socios de la actual coalici�n gubernamental -los democristianos flamencos y valones CD&V y CdH, los liberales flamencos y valones Open VLD y MR y los socialistas franc�fonos del PS- sobre los requisitos para una salida r�pida a la crisis pol�tica.

En primer lugar, la coalici�n saliente deber� ser mantenida; segundo, el nuevo primer ministro tendr� que salir de las filas del CD&V, el partido de Leterme, ganador de las elecciones de 2007, y tercero, el nuevo Ejecutivo deber� agotar la legislatura (2011).

Si estos principios se respetan, el nuevo Gobierno podr�a consistir en una repetici�n del anterior, con Van Rompuy como primer ministro y un nuevo ministro de Justicia, dado que el anterior tambi�n dimiti� el pasado 19 por el esc�ndalo Fortis.

En la primera reacci�n tras la designaci�n de Van Rompuy, el CD&V asegur� ayer que �ste cuenta con �la plena confianza del partido� para llevar a cabo su labor.