El odio de nunca acabar. La muerte que fomenta la muerte. La violencia política llevada a su máxima expresión. La nueva barbaridad perpetrada por el ejército israelí contra el pueblo palestino no es nada más que una manera de perpetuar el conflicto, de cavar fosas repletas de odio que perdurarán por varias generaciones. Es posible que ganen la guerra, que arrasen con la franja Gaza, que produzcan miles de muertos, pero no convencerán y generaciones de israelitas verán sus vidas amenazadas mientras vivan o por la conciencia o por la sed de venganza, por la respuesta que a esta manifestación de fuerza aniquiladora tendrá en el tiempo y la medida adecuada. Hoy o dentro de veinte años. Los muertos con violencia desmesurada e injusta siempre llaman dos veces.

Las imágenes que nos proporcionan los servicios secretos israelitas, las cadenas americanas, los servicios informativos poco fiables, colaboracionistas sin reparos de la guerra total, es decir la de los bombardeos, la de la infantería y la de los medios de comunicación no dejan lugar a una mínima inspiración de paz. Se trata de que han determinado la «solución final», y están empleando toda la fuerza destructiva posible, amparados por poderes silentes demasiado reconocibles, más allá de la comunidad internacional, convertidos en los auténticos terroristas universales. Consentidos, jaleados, aplaudidos, justificados. Este conflicto es la madre, el padre, y los hijos de todas las guerras.

Es parte de la historia universal de la infamia, el ver a miles de empleados de la ONU mirando hacia otro lado, múltiples apóstoles de las paces imaginarias haciendo piruetas dialécticas, gobiernos árabes rasgándose las vestiduras pero sin intervenir de ninguna de las maneras. Es más, el gobierno israelita ha estado fomentando una guerra civil palestina para debilitar todavía más a todos. Ahora hace un paseo militar, causando mucha muerte, pero simplemente para fomentar la muerte que vendrá mañana. La solución militar total es la peor y más falsa de la soluciones. La Justicia desterrada. Nosotros asistimos a esta barbaridad pensando en el cotillón. Otra forma de complicidad.