El tercer día de ataques aéreos israelíes sobre Gaza elevó la cifra de muertos a 345, mientras que los heridos ascendían a 1.600, según datos del Ministerio de Sanidad del Gobierno de Gaza. Según datos de la ONU, al menos 57 de estos fallecidos son civiles, entre los que se encontrarían trabajadores de esta organización. Cinco niñas de la misma familia murieron al impactar un misil en su casa del campo de refugiados de Jabaliyah.

Christopher Gunnes, portavoz de Unrwa, la agencia de la ONU para la ayuda de los refugiados palestinos, añadió que de los al menos 57 civiles muertos, 21 son niños. Asimismo, hay por lo menos siete mujeres fallecidas por los ataques aéreos. Hay que tener en cuenta que en Gaza la presencia femenina en las milicias o entre las fuerzas policiales es extremadamente baja.

Entre los edificios bombardeados por la Aviación israelí se encuentran el Ministerio del Interior y la Universidad Islámica, así como viviendas supuestamente habitadas por miembros de Hamas.

Hamas informó de que entre los heridos por el ataque sionista, se encuentra el soldado israelí Gilad Shalit, retenido por el movimiento islamista desde junio de 2006. Israel restó veracidad a esta información.

Como consecuencia de los ataques, subió el precio de los alimentos en Gaza, habitualmente desorbitado debido al bloqueo, mientras que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) definía la situación sanitaria en este territorio de «caótica». Quince palestinos con heridas graves fueron evacuados a Egipto a través del paso de Rafah, según fuentes policiales de El Cairo.

Los dirigentes israelíes también elevaron el tono de sus declaraciones. El viceprimer ministro, Haim Ramon, afirmó que «el objetivo de la operación es que caiga el régimen de Hamas».

El ministro de Defensa, Ehud Barak, señaló en la Knesset (Parlamento), que «Israel está envuelta en una guerra sin piedad contra Hamas y sus aliados».

«Tras la operación, no quedará ningún edificio de Hamas en Gaza», insistió el jefe de Estado Mayor adjunto, el general Dan Harel.

Hasta ayer, los dirigentes israelíes señalaban que la operación «Plomo Fundido», la más mortífera desde la Guerra de los Seis Días en 1967, tenía como objetivo impedir el lanzamiento de cohetes artesanales contra las poblaciones del Neguev. Ayer dieron el paso de admitir que su objetivo es acabar con Hamas, la formación que obtuvo el 44,45% de los votos en las elecciones legislativas de enero de 2006.

Tal y como era previsible, el Estado sionista contó con el apoyo incondicional de EEUU. La Casa Blanca afirmó que comprende que «Israel debe actuar para defenderse». Washington actuó de portavoz de Tel Aviv señalando que Israel «no tiene intención de tomar el control de Gaza».

En cualquier caso, Israel seguía empleando la baza de la amenaza de una invasión terrestre a gran escala, para lo que, tras movilizar a 6.500 reservistas, ayer desplegó numerosos efectivos de infantería y carros blindados Merkava en la frontera con Gaza. El Ejército israelí, además, decretó esa zona «militar cerrada», expulsando del lugar a los periodistas.

Si el objetivo israelí era impedir el lanzamiento de cohetes desde Gaza al Neguev, no lo consiguió. Uno de estos cohetes impactó en Ashkelon, a trece kilómetros de Gaza, donde mató a una persona -un trabajador palestino- e hirió a otras ocho personas. Por la noche, se registraron otro muerto en Ashdod y uno más en Nahal Oz, elevando a cuatro el número de fallecidos por las milicias palestinas desde el sábado.

Como en días precedentes, las principales ciudades cisjordanas fueron el escenario de protestas de palestinos en solidaridad con sus compatriotas de Gaza. La situación más tensa se vivió en Hebrón, donde hay una colonia de extremistas sionistas. El Ejército reprimió con dureza las movilizaciones de jóvenes palestinos, que respondie- ron lanzando piedras. En Ramallah, dos jóvenes, Muhammad Hamid (17 años) y Arafat al-Jawayah (20), murieron el domingo por la noche por disparos de soldados israelíes. En Nablús, denunciaron que los soldados sionistas realizaron actos de pillaje mientras reprimían las protestas.

En otras ciudades árabes, como El Cairo, Beirut o Amman, también se registraron movilizaciones en denuncia, al igual que en Teherán, donde miles de personas gritaron «muerte a Israel». También hubo actos de apoyo a los gazatíes en Australia y en ciudades europeas, como París, Toulouse, Marsella, Londres, Barcelona, Granada, Ginebra, Atenas, Estocolmo, Gotemburgo, Helsinki y Varsovia, así como en Caracas.

Entre las reacciones oficiales, la más destacada fue la del Gobierno turco, que anunció que interrumpe su labor mediadora para lograr unas negociaciones directas entre Israel y Siria debido a la ofensiva sionista en Gaza. «Continuar las conversaciones en estas circunstancias es imposible», explicó a los periodistas el ministro de Exteriores turco, Ali Babacan, después de reunirse con Ahmed Abdul Gheit, su homólogo de Egipto, país al que se le responsabiliza de complicidad con Israel.

«No se pueden mantener conversaciones de paz con Siria y combatir al mismo tiempo en el frente Israel-Palestina», recalcó Babacan para explicar la imposibilidad de seguir con la labor mediadora.

El responsable de la negociación con Israel y EEUU de la Autoridad Palestina, Ahmed Qurei, declaró que las conversaciones derivadas de Annapolis han sido suspendidas por los bombardeos. Por su parte, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) reclamó el envío de una fuerza internacional a Gaza «para proteger a sus habitantes de los crímenes israelíes», según declaró el secretario general de la Presidencia de la Autoridad Palestina, Tayeb Abdelrahim.