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Antonio Alvarez -Solís periodista

Regreso al País Vasco

Aunque comienza su artículo calificando de «referencia obligatoria» el Euskobarómetro, el autor no tarda en dejar bien claro que desconfía profundamente de esta herramienta estadística, aunque le sirve como punto de partida para realizar un análisis político de proyección. De ese análisis se desprende una conclusión: el nacionalismo sólo tendrá futuro si se dirige hacia la soberanía y si por ese camino transitan en igualdad quienes hoy «andan a trancas y barrancas entre la libertad escasa y la represión abundante».

Siempre repaso con mucho cuidado el Euskobarómetro que dirige el Sr. Llera. Unas veces acierta y otras no, pero siempre constituye una referencia obligatoria para cavilar sobre la política en Euskadi. El profesor Llera es el equivalente en el País Vasco a lo que significa Victoria Prego para el análisis de la transición española. Las noticias de la Sra. Prego sobre la transición siempre resultan desconcertantes para los que vivimos aquella época sumergidos hasta el cuello en la política de entonces. He de decir de entrada que entre la transición que relata la Sra. Prego y la transición a la que dediqué muchas páginas desde sus primeros momentos existen unas diferencias que me han obligado a dudar profundamente de mí mismo. No acierto a averiguar por qué pasó aquello que no pasó. Lo más seguro es que la Sra. Prego y yo no vivamos en el mismo país. Puede ser. A los ochenta años lo único seguro es la duda. Me sucede lo mismo con el Euskobarómetro. Los entrevistados por el equipo del Sr. Llera son unos vascos que yo no tropiezo casi nunca, quizá porque paseo poco la margen izquierda dadas mis dificultades para caminar. La margen izquierda mantiene fidelidades que deben ser residuos de la metalurgia. En cualquier caso, y a juzgar por las elecciones, abunda en vascos con vistas al sur.

En el último Euskobarómetro los consultados por este fino instrumento estadístico manifiestan cosas que inclinan a considerar que existe en estas fechas un empate técnico electoral entre el PSE y el PNV, pero a continuación esos mismos consultados hacen pública su preferencia por los jeltzales en un 33% mientras la preferencia hacia los socialistas no rebasan el 20%. Quizá yo no sepa leer estadísticas y la esté leyendo mal, pero si es así el Euskobarómetro debería acompañarse con un folleto de instrucciones para su interpretación.

Los vascos con los que hablo habitualmente, también en un trabajo de campo apreciable, son unos vascos distintos. Muchos de ellos siguen al PNV, pero manifiestan una decidida inclinación por el Sr. Ibarretxe frente al Sr. Urkullu. Yo no sé si esto conviene decirlo, ya que el periodismo está difícil de nómina, pero quizá ha influido mucho en mí «La guía de perplejos» de Benjamín. Maimónides, que en su tiempo tuvo casi la misma aceptación que tienen hoy las obras de Toti Martínez de Lecea. Verdaderamente estoy perplejo. Uno de los datos del Euskobarómetro dice que la izquierda abertzale ilegalizada cuenta con una intención de voto del 7%, más o menos, es decir, que la votarían cien mil ciudadanos. Yo no sé si este dato lo ha extraído el Sr. Llera mediante complicadas ecuaciones o asomándose a la ventana. A mi me salen más vascos abertzales de izquierda, pero con sólo cien mil sufragios lograrían unos siete diputados, lo que cambiaría mucho las cosas, ya que en la Cámara vasca basta contar con 38 sufragios para tener la mayoría absoluta. Esto es lo que leo en los papeles. También es verdad que hay papeles y papeles. Acabo de enterarme, con mucha intriga, que la directora general de Prisiones, Sra. Gallizo, ha ordenado vigilar especialmente a los presos musulmanes que lean GARA.

Lo que ya me parece encaje de bolillos es que el Sr. López vaya a obtener tantos votos según la encuesta cuando los consultados han mostrado su simpatía por el Sr. Ibarretxe en un 50%, mientras al líder del PSE lo ven con ternura únicamente el 23% de los consultados que, sin embargo, creen, en un 47%, que ha llegado el momento de cambiar de lehendakari. Como sé que te gusta el arroz con leche debajo la puerta te meto un ladrillo. Insisto en que la encuesta necesita una especialización previa para ser leída correctamente.

Al margen del Euskobarómetro en sí lo que me ha llamado más la atención es que la Sra. Cospedal, secretaria general del PP, ha dicho que su partido «hará todo lo posible para que no haya un gobierno nacionalista en el País Vasco», que es como lo designan no sólo los «populares» sino los socialistas que hablan con Madrid todos los días. Sería fenomenal que sucediese algo así, ya que se habría acabado la cuestión vasca por unos veinte años, un tiempo, sin embargo, muy inferior al de la anterior dictadura. Pero esto de que Euskadi, y no digamos ya Euskal Herria, pueda ser de nuevo el País Vasco, mediante el concurso de «los populares» o de los peneuvistas calzados, no me cuadra tampoco con lo que escucho en la calle o en otros diversos ámbitos. Insisto en que quizá yo hablo con gente muy clandestina en cuanto a sus opiniones.

La cuestión es que en las próximas elecciones se decidirá si los vascos quieren ser vascos de Euskadi o vascos de Madrid, como eran, sin ir más lejos, los caballeros que crearon el TALGO y muchas otras cosas. El TALGO fue un regalo vasco a Franco; en cierto modo, y de cara a la calle española, un gesto de adhesión al Régimen que le sirvió a Franco para preparar el futuro, como también contribuyeron a ese futuro Lola Flores y Manolo Caracol, que eran algo parecido, por su capacidad de caja, a lo que se pretendió vanamente que dieran de sí «Manufacturas Metálicas Madrileñas». Los vascos que han llevado su trainera al estanque del Retiro tuvieron mucho brillo en aquellos tiempos y aún lo conservan hoy, aunque ahora con un evidente temor a dar bien el salto entre Pinto y Valdemoro.

Conste que con mis pobres medios de investigación he llegado a concluir, con unas altas posibilidades de certeza, que la mayoría de vascos desean ser solamente vascos de Euskadi, incluso en la izquierda real, que es la izquierda abertzale con sus posibles aliados, como los comunistas también vascos. Esto no me sorprende nada, ya que los vascos-vascos han tenido siempre presente la dominación que ha sufrido secularmente Euskadi, entendiendo por Euskadi, como es sabido, la actual parte institucional de Euskal Herria. Me sorprendería mucho, por tanto, que en las próximas elecciones no se atajase el paso a la lehendakaritza de los partidos vehiculares de la españolidad. Como también me sorprendería que en el seno del PNV no se aclararan las aguas. El nacionalismo vasco creo que solamente puede funcionar con futuro si su carta de navegar señala a dos destinos: la consecución de la soberanía y la reintegración a la escena política electoral de todos esos vascos que hoy andan a trancas y barrancas entre la libertad escasa y la represión abundante. Un Euskadi que observe bien esa carta de navegación, creo yo, será un Euskadi perfectamente preparado para entrar en el concierto de los pueblos europeos. Más todavía: un Euskadi dueño de sí mismo estaría en correcta disposición para dialogar de modo efectivo con España. Porque España no necesita andar con la piedra del País Vasco en el zapato. Basta con que acepte la igualdad de ambas naciones y abra así las correspondientes vías de comunicación. Ser vasco de Madrid jamás resolverá el problema.

Claro que estas cosas las digo de oído. Si yo tuviera un Euskobarómetro podría afirmarlas con cierta rotundidad. Bastaría hacer las preguntas de manera tal que las respuestas no estuvieran incluidas en las preguntas. Este mecanismo de predeterminación abunda en el periodismo actual. Los entrevistadores que salen a la calle no salen para saber sino para cazar. Supongo que alguien les habrá facilitado la escopeta dialéctica. Es una pena que el Euskobarómetro me lleve a esta reflexión general, tan negativa. En cualquier caso uno sabe que el propio pensamiento depende de la propia reflexión. Menos mal.

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