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Familia de policías

«Cuestión de honor»

En la mejor tradición del cine policíaco de los 70, «Cuestión de honor» aborda la corrupción policial desde dentro, a través del caso de una familia de agentes en la que es descubierta una oveja negra.


M. INSAUSTI | DONOSTIA

Los estudios de Hollywood no están receptivos a las debilidades cinéfilas de quienes trabajan para ellos, por eso las películas de género suelen deberse al empeño personal de cineastas que tratan de sacar adelante sus proyectos contra viento y marea. Gavin O'Connor ha necesitado ocho largos años para ver estrenado este thriller policíaco de factura clásica, en el que la Warner, actual propietaria de New Line Cinema, nunca ha creído, a juzgar por el poco apoyo que le ha prestado. Primero se consideró que su temática de corrupción policial no era adecuada a causa de las secuelas del 11-S y, más tarde, la compañía New Line Cinema se arruinó por culpa del fiasco comercial de «La brújula dorada». Con tanto retraso, al final ha ocurrido que «Cuestión de honor» llega a las pantallas después de «La noche es nuestra», una realización de James Gray muy similar, igualmente inspirada en las películas de los años 70 que hacían cineastas como John Frankenheimer o William Friedkin.

John Carnahan, que se ha hecho un sitio en el género con títulos como «Narc» o «Ases calientes», escribió el guión a partir del relato autobiográfico de un ex policía. El tal Robert A. Hopes describía el enfrentamiento interno en el Departamento de Policía de Nueva York, a consecuencia de un caso de corrupción que salpicaba a una familia de agentes con una tradición de hasta tres generaciones dentro del cuerpo. Los miembros del uniformado clan de los Tierney son encarnados por John Voight, como el patriarca; Edward Norton y Noah Emmerich, como los hijos; y Colin Farrell, como el yerno que se convierte en la oveja negra y les compromete.

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