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Análisis | Ley del deporte, estatutos y sentencia del TSJPV

Una serie con guionistas faltos de imaginación y/o audacia

 El argumento es similar a la Ley de Consulta. Se aprueba en la Cámara de Gasteiz, se recurre desde Madrid y los tribunales dan la razón a los demandantes.

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Imanol INTZIARTE Periodista

Cualquier paso hacia la meta de la oficialidad, por mínimo que sea, es inviable si la decisión se deja en manos de los tribunales españoles. Cuando no se puede superar un obstáculo, lo más inteligente es hallar la manera de rodearlo. Siempre y cuando se quiera seguir avanzando.

En Donostia se suele emplear, entre otras, la expresión «esto es más viejo que la isla». Hay frases hechas propias de cada lugar. Otras son comunes. Entre estas últimas está esa de «se repite más que el ajo». Ambas son aplicables al caso que nos ocupa, la decisión del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) de anular dos artículos de los estatutos de una veintena de federaciones deportivas de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV).

Esta historia arranca allá por 1998, con la aprobación en la Cámara de Gasteiz de una Ley del Deporte cuyo artículo 16.6 dice que «la federación vasca de cada modalidad deportiva -léase la que integra al conjunto de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, no a los siete territorios de Euskal Herria- será la única representante del deporte federado vasco en el ámbito estatal e internacional. Las federaciones vascas deberán fomentar e instrumentar la participación de sus selecciones deportivas en actividades y competiciones deportivas estatales e internacionales».

El Gobierno español de entonces, comandado por José María Aznar (PP), acudió sin dilación al Tribunal Constitucional (TC), que suspendió cautelarmente el mencionado artículo. Ahí sigue, a la espera de su definitivo archivo en la papelera de los pañuelos usados.

Años más tarde, algunas federaciones deportivas modificaron sus estatutos para recoger en ellos el contenido del artículo 16.6, atribuyéndose la representación internacional en su correspondiente modalidad. Sucedió en abril de 2007. Estando suspendida la fuente de la que bebían los nuevos estatutos, su futuro era poco halagüeño.

Dicho y hecho. Paulino Luesma (PSOE), por entonces delegado del Gobierno español en la CAV, metió los papeles en su carpeta y se fue con paso veloz al TSJPV. La suspensión cautelar llegó en setiembre de 2007; la definitiva, el pasado jueves.

El tribunal alega como principal argumento para justificar su decisión que si se permitiera a estas federaciones competir internacionalmente «la imagen internacional de España se vería inevitablemente alterada en un foro de tanta y tan eficaz difusión como es el de las competiciones deportivas».

¿Se acuerdan de la famosa Ley de Consulta? Pues el argumento de esta película es similar. Lakua redacta y la Cámara de Gasteiz aprueba una ley cuyo con- tenido suena muy bonito a los oídos abertzales, pero que va a ser recurrida sí o sí desde Madrid. Tras mucho debate pseudo-acalorado, el caso llega a los tribunales españoles que, ¡oh sorpresa!, fallan en favor de los demandantes en base al mantra «no cabe en la Constitución, no cabe en la Constitución, no cabe en la Constitución...». Hagan la O con los pulgares y los índices y repitan sin cesar.

El siguiente paso es salir en público para decir: «Vean ustedes, nosotros ya queremos, lo intentamos, pero no nos dejan». Es lo que hizo ayer Miren Azkarate, consejera de Deportes de Lakua, amén de consejera de Cultura y portavoz del Ejecutivo autonómico. Se le amontonan los problemas en este final de legislatura.

Azkarate lamentó que desde las instancias políticas y judiciales españolas se vete la participación de estas selecciones en competiciones internacionales desoyendo, según una encuesta que presentó al mismo tiempo, la opinión de las tres cuartas partes de la ciudadanía de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Cómo no, también insistió en el compromiso de su Ejecutivo en favor de la oficialidad.

Tras anunciar que se presentará un recurso de casación ante el Tribunal Supremo -no es difícil adivinar el resultado-, la consejera interpretó que la sentencia del TSJPV «deja las cosas co- mo estaban desde febrero de 1999» y que «sigue siendo posible la participación de las Federaciones Vascas en competiciones internacionales, como lo han hecho, en más de trescientas ocasiones» durante la última década. Y hasta aquí hemos llegado. Como dicen en judo, ipón.

Azkarate trata de vender otra derrota como si fuera un empate. Cabría preguntarse qué entiende por «competiciones internacionales». Es lógico pensar que esa mayoría ciudadana a la que ella se refiere está pensando en Mundiales, Campeonatos de Europa y torneos similares, no en un cuadrangular amistoso en periodo vacacional, que sería un paso, un complemento... pero nunca el objetivo último.

En respuesta, Esait remitió una nota subrayando que la sentencia del TSJPV es una nueva muestra de la «esterilidad» del camino emprendido por Lakua, un ejecutivo al que además acusó de «marginar» a los deportistas de Nafarroa e Ipar Euskal Herria.

La plataforma en pro de la oficialidad de las selecciones de Euskal Herria reclamó al gobierno que preside Ibarretxe -habrá que si continúa siendo lehendakari a partir del 1 de marzo- que no doble la cerviz ante las imposiciones españolas y actúe con «imaginación y determinación» para crear auténticas federaciones nacionales y trabajar por su oficialidad en los correspondientes foros internacionales.

Vistas la diferentes posturas, la pregunta es: ¿Qué respuesta se va a dar? Crear un mosaico para sacar fotos desde un helicóptero ya está probado, y lo de recoger miles de firmas para ir a Europa ya no cuela. El recurso ante el Supremo será una pérdida de tiempo.

¿Y si, por vez primera, se empieza a actuar con independencia y se dan pasos firmes, sólidos y reales hacia el objetivo de la oficialidad, obviando lo que dicen o dejan de decir el TSJPV, el Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional y el Tribunal de la Rota, si me apuran?

Lo demás -sean Leyes de Consulta, del Deporte o de cualquier otra materia- no sirve sino para marear la perdiz, ofrecer falsas ilusiones a deportistas y ciudadanía, no arriesgar un ápice y realizar gestos de cara a la galería en la confianza de que los votantes les mantengan en la poltrona como recompensa a su ímprobos y nunca suficientemente valorados esfuerzos.

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