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Maite SOROA | msoroa@gara.net

A virar en tan sólo 24 horas

El juicio que comenzó el jueves en Bilbo se inició con la sorpresa que tenía reservada Juan José Ibarretxe para todos. ¿Para todos? Pues parece que sí porque, al menos, al editorialista de «Deia» y del «Grupo Noticias» no le habían dicho ni pío. Ya lo verán.

Anteayer el escribiente pedía a gritos el archivo de la causa y, en sólo veinticuatro horas, se lo pensaba mejor y pedía lo contrario. Tiene su gracia. Anteayer anunciaba el editorialista que «los abogados de Ibarretxe tratarán hoy de que la causa se archive y darán razones jurídicas contundentes para ello, pero sean o no admitidas esas razones y el procedimiento acabe o no en archivo, el juez Ruiz Piñeiro ya habrá visto cumplido su objetivo: sentar en el banquillo al lehendakari de los vascos, aunque se haya visto obligado a no sentarle solo, lo que hubiera supuesto un escarmiento ejemplar más descarnado». Bastaría comprobar que las penas más severas no son, precisamente para el lehendakari Ibarretxe pero... en fin.

Para rematar su demanda, advertía que «la pena de banquillo es radicalmente injusta porque sólo busca la humillación del acusado y el caso que hoy va a juzgarse es tan flagrante que por sí solo descalifica a quien la impuso». Bien argumentado, sí señora.

Pero, parafraseando a Carlos Puebla, llegó el lehendakari y mandó a cambiar. Y así ayer leía en el editorial del mismo rotativo que, ahora sí, hay que celebrar el juicio oral para «evitar que este asunto se cierre en falso merced a una cuestión meramente técnica. Ha sido mucho tiempo en el que se ha querido involucrar al lehendakari en una envolvente que le relacione o evoque connivencia con la violencia con el objeto de desprestigiar su figura y criminalizar el nacionalismo en general. Es, por tanto, la hora de zanjar la cuestión desde el punto de vista jurídico para evitar que en el futuro el diálogo político para buscar la paz tenga que realizarse de forma clandestina o pueda ser de nuevo criminalizado por el oponente político. He ahí el reto del tribunal».

Creo que fue Groucho Marx quien dijo aquello de: «Estos son mis principios pero si no le gustan, también tengo otros».

 

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