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Sami Naïr 2009/1/10

El Gernika de los palestinos

EL PAÍS

He aquí lo que el Gobierno israelí ha reservado al pueblo palestino: la muerte. Podemos emprender en pleno siglo XXI la agresión a poblaciones civiles, destruir sus escuelas, hospitales, casas, lugares de culto, campos de deporte. Podemos arrasar sus aldeas, pueblos, ciudades. En el mayor silencio de la buena conciencia. Y también de la cobardía.

Podemos hacerlo si somos un Estado que dispone de uno de los más formidables arsenales militares de todos los tiempos, que cuenta con la complicidad de los poderosos de este mundo, de sus medios de comunicación, de la horda de plumíferos siempre dispuestos a justificar lo injustificable con el pretexto de combatir el integrismo. Podemos hacerlo contra este pueblo sobre todo si éste es musulmán.

Podemos hacerlo cuando nos hemos acostumbrado a violar la legalidad internacional, las leyes más elementales de la guerra, el simple principio de humanidad.

Los dirigentes israelíes están en guerra. Lo están desde hace tiempo, mucho tiempo. Con toda impunidad. Cuentan con la complicidad de todos: de los europeos, de los asiáticos, de los rusos, de los africanos y aun de ciertos países árabes, desde hace tanto tiempo arrodillados, envilecidos y revolcados en el fango del sometimiento al imperio americano, el cual lo permite todo, y ayuda incluso a escondidas a perpetrar el crimen. ¡Pobre pueblo palestino! ¿Cómo no enloquecer de rabia? Algunos de tus hijos se convierten en terroristas que se hacen saltar por los aires asesinando a civiles israelíes. Es un crimen que hay que condenar, como el lanzamiento de cohetes sobre la población civil israelí. No es la respuesta correcta a tu tragedia. Pero sabemos lo que decís en Palestina. ¿Qué pensarían los europeos si se instalaran en su casa, les confiscaran sus tierras, y levantaran horribles y enormes muros en sus propias ciudades para encerrarlos en ellas? (...)

El Gobierno israelí practica el cinismo político, intentando convertir al pueblo palestino en el chivo expiatorio de sus problemas políticos internos. Ya que esta guerra emprendida de modo tan desproporcionado contra el pueblo palestino obedece a sórdidos motivos electorales, en la base de los cuales está la idea de que el partido político que mate a más palestinos ganará las próximas elecciones en Israel. Esto es un insulto para los israelíes por parte de sus cínicos dirigentes. ¿Se quiere hacer creer que el pueblo israelí está ávido de muerte, él que ha escapado a la muerte? ¿Se quiere confirmar la idea de que estaría sediento de sangre palestina? El método consiste luego en hacer pagar colectivamente a los civiles palestinos los actos de un partido político concreto, no menos irresponsable, como es en este caso Hamás.

(...) Fue el pueblo palestino en su mayoría el que eligió democráticamente bajo supervisión internacional a Hamás. Y estas elecciones, ¿no eran una de las exigencias de la Hoja de Ruta apoyadas por las potencias internacionales, entre ellas Europa?

(...) ¿Acaso no se exige porque se respeta la soberanía popular? Pues entonces también hay que respetar la de los palestinos, ya que la soberanía de los pueblos es indivisible e inalienable. Hay que someterse a ella, a menos que se desprecien los valores democráticos a los que se hace referencia con tanta demagogia en Europa, Israel o EE UU.

(...) El enviado especial de la ONU para los derechos humanos en Palestina, Richard Falk, ha declarado que lo que está haciendo Israel al millón y medio de palestinos de Gaza es "un crimen contra la humanidad". (...)

Richard Falk es judío, judío americano. Para nosotros Richard Falk representa el honor de los judíos porque defiende, ante lo intolerable, a la humanidad en su conjunto.

Ante estos bombardeos sólo nos queda nuestra indignación. Sólo tenemos nuestras lágrimas para las lágrimas de estas madres que gritan sobre los cuerpos despedazados de sus hijos. Ya sean palestinas o israelíes. Sólo tenemos nuestro dolor ante tanto dolor. Al empezar este año, nos encontramos ante la guerra del fuerte contra el débil. Y ya es medianoche en el siglo para los palestinos. Como lo fue ayer para los pacíficos habitantes de Gernika.

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