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La cesta de enero

Ines INTXAUSTI | Crítica de televisión

No es una errata. He escrito cesta y no cuesta. Porque casi nada cuesta menos que en enero excepto adelgazar y volver a tu talla anterior. Ayer paseaba muy cerca de la Gran Vía y ví un artículo en una tienda en el que se podía leer: «antes 150 ahora 19». Me imaginé que nadie que tuviera de pecho la 150 desearía en enero tener la 19 así que debía tratarse del precio del producto. ¿Cómo una cosa que ayer costaba 150 euros puede costar hoy 19? ¿Y las angulas? ¿Por qué no ocurre lo mismo con las angulas? Porque el mes pasado entró un bilbaíno de Indautxu en la pescadería a preguntar a cuánto estaba la angula y cuando le respondieron que a 900 dijo: ¿Y el kilo? Buen humor y mucho dinero el de aquel hombre. En la tele pasa lo mismo. Hasta ayer mismo las televisiones repetían su programación navideña y nos dejaban en manos de una lamentable selección fílmica que imposible de ser analizada, era digerida por el respetable junto con el resto del explosivo menú. Cava hasta acabar con todo y vayámonos. Este año las catódicas burbujas han respetado la crisis y han contratado material autóctono para sugerirnos y sumergirnos en el seco líquido espumoso en lugar de a Demi Moore, Nicole Kidman y otras que han facturado un Potosí sin importarles lo más mínimo qué anunciaban.

Como A Marivi Bilbao Goyoaga. En una web de seguimiento de su última película confiesa que no sabe quienes son los protagonistas ni parece importarle lo más mínimo. Me juego el cuello que le ocurre lo mismo con el guión. «Yo tengo que poner cara de panorama» dice la bilbaína como si poner cara de panorama no fuera difícil. El lehendakari tenía cara de panorama en su comparecencia ante el juez del pasado jueves. El protocolo tuvo a bien sentarle en el mismo sofá que a Patxiló pero a cierta y comedida distancia como en el programa de Patricia. Ambos podrían haberse sentado en el banquillo de A3 y contarnos de una manera más jocosa a todos (y a todas) su paso por el Palacio de la ciega. De la Justicia, claro está. Ciegos hay muchos pero uno sólo es el rey. Y es tuertomudo.

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