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Kiev se suma al pacto entre Rusia y la UE para reanudar el suministro de gas

Ucrania se sumó en la madrugada de ayer al acuerdo firmado por Rusia y la Unión Europea en torno al despliegue de observadores internacionales, lo que debería haber posibilitado la reanudación del suministro de gas ruso a Europa a través de territorio ucraniano. Después de un día de espera, Moscú dijo que no aplicará el acuerdo al haber constatado que Kiev añadió nuevas condiciones al documento.

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Los observadores internacionales que controlarán el flujo de gas ruso hacia Europa habían comenzado ayer a tomar posiciones después de que Ucrania firmara el protocolo que permitirá la reanudación, tan esperada, del suministro. Se esperaba que Europa comenzara a recibir mañana el gas, aunque Rusia advirtió de que sólo abrirá el grifo cuando los equipos de supervisores hayan llegado a todos los puntos de control y hubiera recibido el documento firmado por Kiev.

Ucrania suscribió en la madrugada de ayer el protocolo sobre la Comisión de Control del tránsito de gas ruso por territorio ucraniano, rubricado en la tarde del martes por Rusia y la Unión Europea (UE), que debería permitir reanudar el suministro de este combustible a Europa, cortado desde el pasado miércoles.

La primera ministra ucraniana, Yulia Timoshenko, anunció la firma al final de sus negociaciones con Mirek Topolanek, primer ministro checo y presidente de turno comunitario. El acuerdo posibilita el despliegue de observadores internacionales encargados de supervisar el tránsito gasero por Ucrania.

La reapertura de las válvulas que restablecerá el abastecimiento era esperada ayer, pero Rusia ya advirtió que no procedería al bombeo hasta que los observadores estuvieran desplegados en todos los puntos de control, lo que probablemente sucedería en un plazo de 36 horas, según señaló Topolanek, y hasta que no recibiera una copia del acuerdo firmado en Kiev.

Las esperanzas de los europeos se esfumaron después de que el documento firmado llegara a manos rusas y se comprobara que Ucrania firmó el protocolo pero incluyó una nota manuscrita en la que se incluían varias cláusulas a la declaración que eran contrarias a la posición de Moscú. Por eso, el presidente ruso, Dmitri Medvedev, afirmó ayer que el acuerdo no se aplicará hasta que se aclaren las contradicciones incluidas a última hora en el documento, que el primer ministro, Vladimir Putin, calificó de «inaceptables».

Veinticinco expertos

El protocolo prevé la constitución de un grupo de expertos formado por 25 expertos de Rusia, Ucrania y la UE, cuya labor la de controlar el tránsito del gas sobre la base de la reciprocidad, tanto sobre territorio ucraniano como sobre terreno ruso, explicó Kiev. Su tarea consistirá en comprobar que las cantidades transportadas hacia Europa son las mismas a la entrada y a la salida del territorio ucraniano y de que la presión es la misma, ya que las autoridades rusas acusan a sus vecinos de «robar» el gas que se dirige a Europa.

Una vez abiertas las válvulas, el gas ruso debería llegar a sus clientes europeos en el plazo de tres días, informó la UE. Varios países de Europa central y los Balcanes, desprovistos de reservas, han atravesado grandes dificultades esta semana para proporcionar energía a sus ciuda- danos y empresas, mientras una ola de frío se extendía por el continente. Cientos de miles de personas se encontraron sin calefacción y debieron de tomarse medidas urgentes, como las de algunos estados europeos que aceptaron vender gas de sus propias reservas a sus vecinos más afectados por esta crisis.

Si bien Europa puede esperar una pronta reanudación del suministro, para Moscú y Kiev el fondo del problema se mantiene. Los dos países siguen enfrentados por las deudas acumuladas por Ucrania en el pago del gas que le ha suministrado Rusia y por la negociación de la nueva tarifa que deberán pagar desde este mes de enero, que Gazprom quiere que sea similar a la que paga el resto de países europeos y ha fijado en 450 dólares por metro cúbico de gas. La compañía ucraniana Naftogaz sigue rechazando ese precio.

La crisis del gas brinda a Praga la ocasión de estrenar europeísmo

Venía precedida por una fama de obstinado euroescepticismo, pero la crisis del gas está brindando a la República Checa la oportunidad de probar que puede y quiere pilotar la Unión Europea. El Gobierno checo es consciente de que en el conflicto del gas ruso se jugaba ante sus socios de la UE el éxito o fracaso de su Presidencia comunitaria recién estrenada.

Su primer ministro, Mirek Topolanek, no dudó en tomar las riendas de la negociación con el objetivo de arrancar un acuerdo por escrito que permitiera restablecer cuanto antes el suministro a centenares de miles de europeos que se quedaron sin combustible en el peor invierno de la década.

En un peregrinaje diplomático que recuerda al de su predecesor en el cargo, Nicolas Sarkozy, durante la guerra provocada por Georgia, Topolanek ha viajado entre Moscú y Kiev buscando un acuerdo.

En esta misión, las autoridades checas dieron muestras de voluntarismo. A juicio de Topolanek, disponían de «todo lo necesario para ser los primeros en comenzar un proceso de discusión, negociación y solución del problema».

Su ministro de Asuntos Exteriores, Karel Schwarzenberg, manifestó sin reservas: «Somos uno de los países en el mundo que mejor conoce a Rusia».

La afirmación es cierta, pero es también uno de los países de la «nueva Europa» que más ha enojado a Moscú, por su posición proestadounidense, que se ha traducido ya en un acuerdo con Washington para desplegar elementos de su escudo antimisiles en el país, lo que Rusia cree una provocación. J.M.SANZ

reunión

Los ministros europeos de Energía se reunirán hoy de forma extraordinaria para estudiar las consecuencias del corte de suministro de gas ruso y la manera de evitar que una crisis similar se vuelva a repetir en el futuro.

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