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Raimundo Fitero

El destino

Desde que comenzó la serie «Sin tetas no hay paraíso», el destino de su protagonista masculino, «El Duque», parecía claro que era la muerte violenta o la redención por el amor. Los guionistas y productores han logrado un imposible, grabar dos finales y emitirlos. Y en ambos, con aparente muerte o sin muerte aparente, la sobreimpresión de «continuará», nos asegura filigranas en las tramas y aprovechamiento de una de las series que en dos temporadas ha logrado unas cuotas de pantalla realmente impresionantes para los tiempos que corren y un actor, el que da vida al personaje, ha ascendido a los altares eróticos de millones de personas de todos los géneros y credos sexuales. Un fenómeno que debe estudiarse con detenimiento.

Pero si alguien, si un hombre, tenía un destino marcado desde que comenzó sus estudios en la universidad el Opus en Iruñea, ese no es otro que Alfredo Urdaci. Su ascensión ha sido constante, de corresponsal en Londres, a redactor de mesa, hasta aparecer en un famosos programa de búsqueda de desaparecidos, para llegar a base de mucho esfuerzo, es decir a base de muchos codazos y voluntaria entrega hasta ser el director de informativos de TVE más indecente de su historia, al servicio de las huestes fascistoides del peor aznarismo, considerado, por otro lado, como un confidente, celestino, o simplemente testigo de una relación que llevó a una presentadora de televisión a ser doña Leticia por vía matrimonial. Pero si eso era poco ahora su destino se ha aclarado y ha llegado a su objetivo final.

Y este no es otro que convertirse en el director de comunicación de Paco «El Pocero». Sí, yo lo vi y escuché la otra noche en «La Noria» y me pareció que Urdaci ha encontrado su destino en lo universal, y va a dedicar su vida a que conozcamos al verdadero Francisco Hernando, un hombre ejemplar, y lo va a hacer por convencimiento, no por dinero y los treinta mil euros al mes, son simplemente porque «El Pocero» es tan buena persona que le regala ese dinero. Los maestros del periodismo son así, siguen su camino de santidad y no les importa dejar sus privilegios en la tierra para seguir su destino. Seseña, capital del mundo

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