Las movilizaciones contra el genocidio en Palestina que se han desarrollado durante el fin de semana en todo el mundo, con especial incidencia en las distintas ciudades europeas incluidas las vascas, han supuesto un salto importante a la hora de mostrar el rechazo que genera la masacre que está llevando a cabo el Gobierno israelí en Gaza, así como la vergüenza que deviene de la aquiescencia de los gobiernos occidentales ante estos hechos. Un rechazo que incluye una fuerte dosis de solidaridad con la causa del pueblo palestino, con su derecho a conformar un estado viable, y que va más allá del escándalo que producen en la sociedad las dramáticas noticias que llegan sobre la operación Plomo Fundido.

Sin embargo, esa solidaridad, si bien es importante y supone una fuerte presión para los diferentes gobiernos y condiciona la impunidad con la que Israel actúa, no puede caer en la autocomplacencia. Experiencias anteriores, como las movilizaciones que contra la ocupación de Irak se sucedieron en todo el mundo en 2003, han mostrado que en la medida en que ese caudal social no es estructurado en torno a una agenda política su fuerza se va disipando con el tiempo.

Por ello, ahora que las sociedades occidentales están abiertas a conocer y reconocer los parámetros reales del conflicto en Oriente Medio, es importante además de exigir el cese del genocidio establecer los principios sobre los que deberá resolverse ese conflicto una vez se entablen negociaciones, escenario que antes o después llegará. Es necesario situar ahora en la agenda política la liberación de los presos -que debería incluir desde ya la exigencia de liberación de Marwan Barghouti, líder nacional secuestrado por Israel-, la cuestión territorial y la disputa en torno a las fronteras, el retorno de refugiados, el reconocimiento internacional... incluso comenzar a plantear las medidas de resarcimiento que deberá afrontar la parte israelí. Ahora bien, tampoco conviene ir más allá de lo que los propios palestinos promulgan, incluido Hamas, sobre la existencia y el futuro de Israel en ese escenario. Se trata de lograr los objetivos palestinos, de dar un futuro a ese pueblo, no de reescribir la historia.