La angustia cuesta otros dos puntos
La Real jugó una primera media hora sensacional premiada con un gol de Agirretxe y a partir de ahí bajó la tensión y el Rayo Vallecano pasó a dominar el encuentro. Un penalti por mano de Markel en el tiempo añadido permitió a David Aganzo lograr una igualada justa.
REAL SOCIEDAD 1
RAYO VALLECANO 1
Joseba ITURRIA | DONOSTIA
La Real tiene tantas ganas de ganar sus partidos que esa ansiedad se traduce en angustia y termina por provocar que se pierdan puntos. Por segunda semana consecutiva un partido en el que se llegaba al tiempo añadido con ventaja en el marcador terminó en un empate que deja el ascenso a cuatro puntos, los mismos perdidos en ocho días cuando parecían ya en la mano.
Es difícil analizar sólo en términos futbolísticos un partido como el de ayer en el que la primera media hora de la Real fue fantástica. Ayudado con la segunda titularidad de Imanol Agirretxe, que lo bordó en los primeros veinte minutos, el equipo blanquiazul jugaba a un nivel muy alto para tratarse de la Segunda. Tenía el balón, cuando lo perdía lo recuperaba enseguida y siempre lo jugaba con rapidez y criterio. Parecían jugar dos equipos de categoría diferente. Esa superioridad era premiada con el tercer gol de un Imanol Agirretxe que se gana los minutos a pulso y debió ser recompensado con otro de Xabi Prieto tras preciosa jugada en la que Castillo tuvo un detalle de gran futbolista.
Era tan bonito el juego de la Real que en ese momento pareció pecar de suficiencia el equipo. Bajó la tensión, empezó a hacer jugadas demasiado preciosistas y en Segunda no se puede dejar de correr. El Rayo cogió entonces aire. El partido cambió por completo y Bravo tuvo que realizar dos grandes paradas en los últimos cinco minutos para evitar la igualada.
Primero fue una bajada de tensión, pero en cuanto el Rayo cogió el balón lo que pareció suceder fue un aumento de la angustia y ansiedad con la que juega un equipo que además sufre demasiado cuando no tiene la posesión.
Sin balón
El once de la Real de ayer es un equipo para disfrutar con el balón, no para correr sin él. Y los blanquiazules no tuvieron el balón desde el minuto 30, en que se lo regalaron al Rayo, hasta el 75, cuando la entrada de Estrada y el paso de Xabi Prieto al centro permitió jugar unos instantes en el campo rival y ganar segundos al cronómetro cerca del banderín de corner. En esa fase del partido Xabi Castillo lanzó una falta magistral al larguero que pudo poner la sentencia al partido.
Pero al tiempo que la Real retomaba el pulso del partido empezaba el protagonismo de un árbitro que hasta entonces había dejado de pitar el penalti sobre Marcos en el gol de Agirretxe y algunas faltas. En los últimos minutos no sólo dejó sin sanción un golpe recibido por Markel que le hizo sangrar y abandonar el campo, sino que le impidió salir durante medio minuto de manera incomprensible. Además perdonó la segunda tarjeta a Diamé, dio cuatro minutos de prolongación cuando los cambios sólo justificaban dos y luego tras el empate no alargó nada más a pesar de todo el tiempo perdido en el penalti y la expulsión, que fue más que rigurosa porque la mano fue involuntaria y no cortaba una ocasión manifiesta de gol.
Son detalles mosqueantes, aunque la Real no debe buscar excusas en los árbitros y sí encontrar la fórmula de disfrutar con los partidos como hizo en la primera media hora y no angustiarse con los resultados. No es fácil cuando la ansiedad por ganar es tan grande, pero ésa es la mejor manera de hacerlo.
Juanma Lillo reconocía que su equipo desapareció tras el minuto 31 y que en el último cuarto de hora del primer tiempo «han tenido más ocasiones de gol que en la segunda mitad, en la que han tenido opción de hacer gol, pero la situación más clara ha sido nuestro larguero. Jugar con el marcador a favor se ha convertido en nuestro enemigo. No disfrutamos del fútbol, nos tensionamos. Juegas a ganar y te olvidas de jugar y ésa es la peor forma para ganar».
En esa línea añadía que «el Rayo ha tenido la pelota más y más cerca del área, pero nuestra primera media hora ha sido de ensueño. Pero cuando no matamos los partidos, éstos se nos vienen encima con una angustia que parece el final de temporada. Si estamos así ahora no quiero pensar qué pasará en los diez últimos partidos. Es como si tuviésemos un botón de on y uno de off y dejamos de tener el balón».
Luego Lillo quiso hablar del arbitraje como último elemento del partido: «Diamé tenía que haber ido a la calle y le dice el árbitro al jugador nuestro que se lo pide que «tranquilo que vais ganando». O sea, que si vamos empate igual le echa. No se puede arbitrar en función del resultado. Además da cuatro minutos cuando con los cambios sólo había para dos y tras el empate acaba enseguida... Dicen que los árbitros unas veces dan y otras quitan y yo estoy deseando que empiece la segunda vuelta, porque como en la primera sólo nos han quitado no van a parar de darnos hasta el final».
El técnico del Rayo, Pepe Mel, dijo que «venir a Anoeta y quitarle el balón a la Real, ser mejores y llevarte un punto te sabe a poco. Es sintomático que tras el partido estemos cabizbajos. Fallamos demasiado y es una pena lo que pasa. Este equipo genera mucho fútbol, pero marca pocos goles. No sé si nos ha deslumbrado el campo o el rival, pero nos ha costado 20-25 minutos coger la pelota. Me voy contento con los otros 70 minutos de mi equipo y descontento con el resultado».
Jokin Aperribay, tras escuchar gritos y pitos en su contra en su primer partido en el palco de Anoeta, aceptó que haya un sector de la afición que no esté de acuerdo con su Consejo, pero valoró de manera positiva el comportamiento del público y señaló que el futuro de Abreu depende de las gestiones del jugador para conseguir venir a la Real. El uruguayo quiere llegar a un acuerdo en una reunión prevista para hoy con una representación de River. La primera plantilla realista descansa hoy y mañana comenzará a preparar en Zubieta a las 10.15 el partido del sábado a las 18.30 en el campo del Levante (ETB-1).
