El punto rescatado al final del choque del Sánchez Pizjuán, coincidiendo con la llegada de 2009, abría esperanzas respecto a que en el nuevo ejercicio pudiera variar la dinámica rojilla en los últimos tramos de los partidos. Sin embargo, han bastado dos siguientes envites ante Athletic y Barcelona para comprobar que ese mal endémico sigue bien latente.

El gol de Llorente encajado en el tiempo de descuento en Copa y los tres puntos que se perdieron frente a los culés en los últimos diez minutos este pasado domingo no han hecho sino corroborar la trayectoria que se inició la pasada campaña y que se ha visto acentuada durante la actual.

Es bastante significativo, por ejemplo, que por su mal hacer en esa decena de fatídicos minutos, Osasuna ya lleve acumulada la misma pérdida de puntos -nueve- en la mitad de la presente temporada, que en toda la anterior.

Fue precisamente en la segunda vuelta de esta última cuando comenzaron esos preocupantes síntomas en el conjunto rojillo. Unas veces por falta de concentración defensiva y otras por errores arbitrales, los envites con amargo final se fueron convirtiendo en costumbre. Entre la jornada 19 y 22, se dejaron puntos en el camino ante el Racing, Sevilla y Barcelona, y el preocupante cuadro médico se volvió a repetir en los trascendentales últimos encuentros frente a Real Madrid, Mallorca y nuevamente Racing, lo que casi da con los huesos de Osasuna en Segunda.

Lejos de aprender la lección, los rojillos han vuelto a tropezar en la misma piedra. Valencia, Racing -otra vez-, Málaga, Valladolid, Recreativo y, finalmente, Barcelona han sabido pescar en el mar de nervios que es el conjunto navarro cuando se está próximo a la finalización del partido

Especialmente alarmante resultó el tramo entre las jornadas trece y quince, en las que los rojillos se midieron a rivales teóricamente directos como Málaga, Valladolid y Recreativo. y ante los que no obtuvieron resultados positivos. Una vez que pase la dificultosa cuesta de enero, deberán volver a medirse con oponentes que están en su Liga, como Mallorca y Espanyol -ambos en El Sadar- y sería casi mortal repetir ese sinfín de caros errores.

Un volumen de deméritos que, de haberse contrarrestado en esa fase decisiva de los encuentros, posibilitaría que la escuadra navarra estuviera ubicada en la zona templada de la tabla. Así, si añadiéramos esos hipotéticos nueve puntos a los trece de que se disponen en estos momentos, el conjunto rojillo se situaría a la altura de un Racing que se encuentra en el puesto duodécimo.

Camacho no para la sangría

Ni siquiera la llegada del cirujano Camacho ha conseguido detener esa sangría. Más bien al contrario, la opinión generalizada es que la veteranía acumulada por el técnico murciano en banquillos de prestigio no está sirviendo de mucho para neutralizar dicha hemorragia y hay quien echa de menos las «técnicas» empleadas por preparadores como Javier Aguirre, quien sabe desenvolverse como pez en el agua en esas circunstancias.

No sin obviar la cuota de culpa que le corresponde al entrenador, son los jugadores los máximos responsables de la situación, ya que han demostrado flaqueza mental y también física, aunque esto último no se quiera reconocer, cuando se ha tratado de «matar» los partidos, en palabras de su mister.