No es que me apasionen, pero, la verdad, los periodos electorales tienen su gracia. Al menos, entretienen al personal. Sólo hay que esperar sentado y oír, que no escuchar, la sarta de mentiras que sueltan y escenifican.

Muchos años van ya desde que se instauró el apartheid con la firma de unos y la connivencia de otros. Y van a seguir así. Pura lógica; el trozo será mayor si el pastel se reparte entre menos. Perogrulladas así son, sin embargo, las que mejor muestran la realidad, sin ambages.

El juicio al diálogo político iba a servir lógicamente como catalizador para la contienda electoral de marzo. Y seguramente haya servido para, lejos de los intereses electorales de algunos, continuar desbrozando el camino para la verdadera contienda política que siempre permanece pendiente.

D3M. Debe ser un gen extrañísimo, porque un minuto después de anunciar una convocatoria para presentarse ya eran objeto de unas investigaciones policiales dignas del mismísimo Kojak o Colombo. ¡Qué disgusto! Pensaba que serían cuatro marcianos haciendo el pino. Pero no. Los de siempre, diciendo que quieren participar. Definitivamente, están locos. ¡Se creen que tienen los mismos derechos que el resto!

Entiendo este tipo de fascismo estético, de típica conversación de taberna o peluquería, porque, claro, si no va y se hacen hasta con alcaldías que luego hay que arrebatarles, aunque con argumentos éticamente cuestionables. Pero la realidad, desgraciadamente para algunos, siempre supera la ficción. Incluso en Azpeitia, donde el sábado intentarán arrebatar el bastón de mando que cedió el pueblo en las urnas.

Y después de todo esto, voy y escucho a Egibar afirmando que «no existe alternativa posible al PNV con violencia». Y me ha gustado. Porque aunque eso de «con violencia», a estas alturas, no deja de ser un recurso literario, el resto de la frase denota que lo han interiorizado, aunque con una prisma diferente que el de los independentistas. Si no lo temiesen tampoco lo citarían. ¿Quién dijo que no hay noticias positivas?