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Ante las elecciones del 1 de marzo

Los jueces de voluntades ajenas

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Iñaki IRIONDO

Desde que el sábado los impulsores de D3M comparecieran públicamente, diversos opinadores que dicen estar en contra de la Ley de Partidos y de la proscripción de candidaturas llaman la atención sobre la conocida militancia política de las personas que han dado la cara. Sentencian que con tal composición su pronta ilegalización está cantada, pero, en lugar de hacer hincapié en la vulneración de derechos que ello supone, sacan como conclusión que la izquierda abertzale no tiene voluntad real de presentarse.

Es decir, vienen a exigir a la izquierda abertzale que asuma por sí misma la lógica del Estado y sea ella quien separe las ovejas blancas de las negras en su rebaño. Este sacrificio podría tener sentido si tuviera algún efecto práctico, pero los opinadores olvidan -consciente o inconscientemente- que hace cuatro años los tribunales españoles ya se llevaron por delante a Aukera Guztiak, candidatura inmaculada. Cuando para prohibir una lista se pueden emplear excusas tales como la similitud de nombre, coincidencias icónicas, que un impulsor o miembro formó antes parte de alguna de las decenas de candidaturas a elecciones municipales, forales, autonómicas o europeas ilegalizadas en el pasado, o firmó a favor de una agrupación de electores, o visitó a un preso, o acudió a una manifestación... en esas condiciones es imposible dar con 75 nombres vírgenes. Y si los hubiera, en el trabajo de infraestructura que hay que hacer para poner en marcha una candidatura siempre aparecería alguien relacionado con la izquierda abertzale que permitiría su prohibición a los nuevos inquisidores, a quienes sí les basta querer para poder.

Lamentablemente, estos opinadores que pontifican que «la izquierda abertzale ya sabe lo que tiene que hacer para estar en las elecciones y no es necesariamente condenar a ETA» no acaban de compartir su sabiduría con el resto de los mortales y nos dejan sin conocer la receta que, probablemente, permitiría también convertir el agua en vino y el plomo en oro.

La izquierda abertzale está ilegalizada, tiene un buen número de dirigentes en prisión y la Policía sigue y persigue diariamente a quienes cree que pueden ser sus sustitutos, de forma que éstos no puedan reunirse; además no tiene sedes ni cauces legales de financiación. Y todavía hay quien le exige la cuadratura del círculo como garantía de «buena voluntad».

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