Agravio comparativo respecto a otras actividades populares
Pablo CABEZA Periodista
A ciertas horas, se va en el Metro como anchoas en un frasco de Lolin: y nadie suspende ni castiga su actividad. Lo mismo ocurre con el autobús urbano en horas punta, los trenes de cercanías en días/noche de fiesta, las cafeterías en momentos puntuales, algunas tiendas en rebajas, los frontones incumpliendo espaciado entre asientos, pasillos, los mítines políticos... Kafe Antzokia es el motor cultural de la escena musical de Bilbo, aunque podría ser ampliable a Euskal Herria, sin menospreciar otros esfuerzos y trabajos asimismo estimables, por lo que creemos que requiere un trato diferencial (el que sea o el que se defina). Por su escenario han pasado decenas y decenas de bandas internacionales que han celebrado con entusiasmo las excelencias del local -de lo mejor del mundo, dentro de su capacidad- y llevado el nombre de Bilbo y el Basque Country a todos los rincones de la tierra musicalizada. De otra, a los musiqueros nos gusta celebrar los actos apretaditos, en hermandad, y, además, en Kafe Antzokia nunca hemos percibido precariedad o inseguridad. Ya, pero está la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas del Parlamento, que mide de tal manera el espacio, que de seguir sus exigencias no sería rentable ningún local. Cabe pensar que la ley la debió de concebir un marqués amante de la música clásica. Para esta ley y sus ejecutores, Kafe Antzokia rebasó con creces su aforo, para quienes valoramos la cultura (euskara, música, relaciones...) a eso lo llamamos éxito.