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Maite SOROA | msoroa@gara.net

La perversión de los argumentos

Mira que llevamos años en esto y servidora no deja de sorprenderse cuando se enfrenta a alambicados escritos en los que Caperucita aparece como la de las zarpas peludas y el lobo como un inocente animalico. Y suele suceder cuando se pretende cargar la responsabilidad de la injusticia sobre la víctima y no sobre el victimario o los don Tancredos que se benefician de la injusticia.

Algo de eso había en el editorial de ayer de «Diario de Noticias» y «Noticias de Gipuzkoa». Se refería a la plataforma D3M para sentenciar que «si algo queda claro en la presentación de la plataforma electoral Demokrazia Hiru Milioi (D3M) es que la izquierda abertzale histórica ha decidido no presentar -al menos por el momento- ninguna lista blanca». Lo que ha decidido es, simplemente, presentarse como el resto.

Se cura en salud al hablar de la «perversa criba» de la Ley de Partidos, pero reparte las culpas: «Desde que se anunció, la plataforma D3M ha soliviantado a jueces, fiscales, políticos, policías y medios de comunicación de forma que se prevé una presión implacable para `evitar que ETA se siente en el Parlamento', pretexto irracional».

Insiste en que la Ley de Partidos no le gusta nada, pero vuelve por donde solía: «Dada la realidad legal, no es fácil entender que los asesores jurídicos de la izquierda abertzale oficial no hayan logrado convencer a sus dirigentes para mejor aprovechar los resquicios de la Ley de forma que pudieran concurrir a las elecciones. Esos dirigentes saben perfectamente lo que deberían hacer para impedir su exclusión en base a la legalidad vigente. Sin embargo, y sin que puedan concretarse con certeza las razones para que así sea, los dirigentes de la izquierda abertzale oficial han vuelto a repetir la estrategia presentando una plataforma para que sea ilegalizada». Ya me gustaría a mí saber qué hay que hacer para `impedir su exclusión'. Si la citada ley es antidemocrática, cumplirla no parece muy democrático, ¿no?

La perversión de los argumentos queda clara: «han preferido apostar al juego rupturista para poner de relieve las contradicciones de un sistema que se llama democrático y no lo es en cuanto a que les impide ejercer su derecho electoral». Pero, ¿es democrático o no el sistema? ¿En qué quedamos?

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