Tere Sáez Técnica de Igualdad y coordinadora de Andrea
¿Donde está el pijama de rayas?
Tampoco sirven aquellas condenas que pretenden mantenerse equidistantes al comparar lo incomparable: la violencia de estado ejercida por Israel es inmensamente mayor y más culpable que la ejercida por Hamas
No podemos seguir mirando para otro lado. El ataque de las fuerzas israelíes de ocupación a la población palestina de Gaza es un crimen contra la humanidad. Un crimen que se viene perpetuando desde hace 40 años y que desde septiembre de 2000 tiene en su haber más de cinco mil personas civiles asesinadas, entre ellas casi 900 niños y niñas. Un genocidio que tiene encerradas a cal y canto a un millón y medio de personas en Gaza, sin asistencia sanitaria, comida ni calefacción. Impidiendo la entrada de la ayuda humanitaria, importándoles un bledo la desesperación de esas madres que ven cómo sus criaturas no tienen más posibilidad que la muerte, bien como víctimas del terrorismo israelí bien como mártires inmolados.
Esta nueva masacre premeditada no puede ser justificada bajo ninguna excusa. No vale apelar a los misiles Qassam ni a la ruptura de la tregua por parte de Hamas. A quien así está actuando, con esa barbarie y prepotencia, asesinando a la población civil, desoyendo todas las voces autorizadas, hay que decirle bien claro que está fuera de la justicia y del Derecho internacional, incumpliendo las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y los Acuerdos de Oslo de 1993 y 1995. Y esto es algo que corresponde a EEUU y a la Unión Europea. Deben llamar al Estado de Israel terrorista, aplicándole como mínimo sanciones económicas y políticas, obligándole a parar los ataques, quitar el bloqueo y dialogar, respetando los derechos humanos del pueblo palestino. Y en esto no deben escatimar esfuerzos ni medios. Es lo mínimo para ser coherentes y un deber con la población palestina.
No valen las simples condenas, aunque sigan siendo necesarias y, en este caso, obligadas para quienes se resisten a ello y siguen pidiendo unilateralmente a Hamas que pare los ataques. ¡Qué desfachatez! Tampoco sirven aquellas condenas que pretenden mantenerse equidistantes al comparar lo incomparable: la violencia de estado ejercida por Israel es inmensamente mayor y más culpable que la ejercida por Hamas, aunque sólo sea en el número de personas asesinadas, fundamentalmente civiles. Y si de verdad les preocupa el hecho de que Hamas sea la representación mayoritaria en estos momentos de las personas habitantes en Gaza, nos guste o no, consintiendo el comportamiento prepotente y dictatorial de Israel, no ayudan en nada a un cambio político en Gaza; al revés, a quienes de verdad, en Israel y en Gaza, apuestan por vías de dialogo y reconocimiento mutuo, como las Mujeres de Negro, les están quitando todos los argumentos y posibilidades que ya eran escasas de por sí.
Para poder llegar a ser neutral en este genocidio habría que hacerse unas cuantas preguntas más y en base a ello decidir (decidir no significa justificar lo que no nos gusta de Hamas): ¿Cuántas personas dirigentes judías han sido asesinadas por palestinos? ¿Cuántos ciudadanos israelíes están presos en cárceles palestinas? ¿Cuánta gente israelí ha muerto por desnutrición o morbilidad producto de bloqueo militar palestino? ¿Cuántas personas israelíes han sido torturadas en las comisarías y cuarteles palestinos? ¿Cuántos ciudadanos israelíes han muerto desde el año 2000? ¿Cuántas madres israelíes tienen que ver un día sí y otro también cómo sus criaturas mueren asesinadas por las bombas, las balas, el hambre o la desesperación de no tener ningún futuro de vida? ¿Cuántos trabajadores y trabajadoras israelíes han sido inspeccionadas y humilladas diariamente por la Administración palestina? ¿Cuántos ciudadanos israelíes están desplazados o exiliados contra su voluntad?
Lo terrible, para mí, además de las personas muertas y la desidia internacional que consiente la prepotencia de Israel, es comprobar cómo el pueblo judío, que sufrió en su carne el genocidio, quiera curar sus heridas pidiendo la sangre de otras personas, olvidando su realidad del «pijama de rayas».
Y esto es real y una de las verdaderas razones de este ataque tan planificado por Israel: la proximidad de las elecciones y una ciudadanía que pide muerte y exterminio. Además de ponerle en un brete a Obama, dejándole muy claro quién manda.
Y por acabar haciéndome preguntas, me gustaría saber si Rouco Varela considera «familias» a las de Palestina, ya que no tuvo la decencia de hacer ni mención un día en el que se estaba destruyendo a cientos de ellas. ¿Será que, además de ser unión de hombre y mujer, hay que añadirle obligatoriamente también occidentales y ricos?