Moscú ofrece una cumbre con la UE y Kiev para conjurar la crisis del gas
Rusia propuso celebrar el sábado una cumbre en Moscú a la que invitó a la UE, Ucrania y a los países afectados por el corte de suministro del gas. La UE analizaba la propuesta e insistía en repartir las culpas salomónicamente. Ucrania mantiene su desafío de bloquear el flujo hasta que Rusia no le vuelva a suministrar gas y trata de torpedear a Moscú proponiendo una contracumbre en Polonia, sede aliada para Kiev.
GARA |
El Kremlin propuso acoger el sábado en Moscú una cumbre con Ucrania y los países consumidores de gas ruso para intentar desbloquear la situación.
El presidente ruso, Dimitri Medvedev, aseguró haber enviado la propuesta al presidente de la Comisión de Bruselas, José Manuel Durao Barroso.
Un portavoz del Gobierno checo, que detenta la Presidencia de turno de la UE, se limitó a reservarse una respuesta oficial y anunció que seguía analizando la iniciativa.
El Gobierno ucraniano se negó a precisar si el presidente, Viktor Yushenko, estaría dispuesto a asistir a la cumbre. «Él siempre ha reiterado que Ucrania está dispuesta a participar en cualquier discusión constructiva», señaló su consejero en seguridad energética, Bogdan Sokolovski.
La primera ministra ucraniana, Yulia Timoshenko, mostró su disposición a encontrarse con el primer ministro ruso, Vladimir Putin.
Contracumbre ucraniana
A última hora de ayer, Ucrania decidió seguir con su táctica de enredar la situación y el presidente Yushenko propuso, de la mano de su homólogo polaco, Lech Kaczynski, una reunión urgente en Varsovia entre todos los implicados y la UE.
Trataban así de cortocircuitar la iniciativa de Medvedev, quien lanzó su oferta de acoger una cumbre tras recibir en su residencia de Barvikha, en el extrarradio de Moscú, a los jefes de gobierno de Bulgaria y Eslovaquia, dos países totalmente dependientes del gas ruso y cuyas redes energéticas están aisladas del resto de la UE.
Tras denunciar que Kiev sigue bloqueando el suministro de gas ruso hacia Europa, Medvedev añadió que «desgraciadamente, somos rehenes de la crisis política en Ucrania», en referencia al conflicto que opone al presidente Yushenko y a la primera ministra Timoshenko. Esta última se limitó a reiterar la promesa -chantaje- de que Ucrania permitirá el flujo hacia Europa sólo cuando Rusia acceda a aprovisionarle de gas.
De visita en Alemania, Putin aseguró que Bruselas «debería usar su influencia sobre Ucrania para asegurar el aprovisionamiento de gas».
Un quiero y no puedo
La presidencia checa se limitó a advertir de que la crisis del gas tendrá «consecuencias políticas en la relación con los dos países», que negocian con la UE sendos acuerdos de cooperación reforzada (Rusia) y de asociación (Ucrania).
Un alto responsable de Bruselas matizó esta advertencia asegurando que los procesos de negociación no están en cuestión.
En la misma línea, Barroso adelantó que enviará «un mensaje claro» a Moscú y a Kiev en el que amenazará con acciones judiciales si no hay un rápido restablecimiento de los suministros de gas. Tras calificar de «increíble e inaceptable» que Gazprom y Naftogaz «sean incapaces de cumplir con sus obligaciones para con los consumidores europeos», amenazó con una acción concertada de los países de la UE «para buscar medios alternativos de aprovisionamiento energético».
Los primeros ministros búlgaro y eslovaco tampoco se salieron del guión y mantuvieron el tono salomónico dictado desde Bruselas. «Lo peor es que millones de europeos se sienten rehenes y que cientos de miles están sufriendo realmente», señaló Serguei Stanichev. «En nombre de otros países de la UE, pedimos la apertura inmediata de negociaciones» entre Rusia y Ucrania, señaló el eslovaco Robert Figo.
Gazprom propuso que Kiev puncione sus reservas de gas para aprovisionar a Moldavia y Eslovaquia y se comprometió a liberar a Ucrania el equivalente del volumen puncionado.
El comisario de Energía de la UE, Andris Piegalgs, reconoció ante el Parlamento de Estrasburgo que «nunca hubiera imaginado un cese total» del suministro de gas ruso.
La compañía gasera húngara Emfesz anunció ayer que ha interpuesto una denuncia contra la sociedad ucraniana Naftogaz por el bloqueo del suministro de gas. En su denuncia, la compañía de Hungría exige una indemnización de 30 millones de dólares.
La compañía de gas de Serbia, Srbijagas, coincidió en que considera a Ucrania como «el principal responsable» de la situación y anunció que sus servicios jurídicos estudian interponer una demanda.
Mientras tanto, la vida cotidiana y económica seguía perturbada en Europa central y en los Balcanes tras ocho días sin suministro de gas ruso en pleno invierno.
El este de la Europa continental continuaba tiritando y viendo cómo sus reservas se van agotando lenta pero inexorablemente. Varios países trataban por todos los medios de diversificar sus aprovisionamientos.
Eslovaquia y Bulgaria mantenían a duras penas su funcionamiento normal diario. La situación en Moldavia era crítica. Austria ha ofrecido a Chissinau generadores eléctricos y calentadores de gran capacidad ya que sus reservas se agotaron el sábado. El agua caliente ya no funcionaba ayer en la capital moldava.