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Los chicos del barrio

«El truco del manco»

«El truco del manco» es un título que hace referencia a la habilidad del protagonista, disminuido físico, para liarse los porros con una sola mano. Es una metáfora de los recursos que exige la supervivencia urbana, contada con los sonidos callejeros y hip hop. Su tratamiento novedoso le ha valido tres nominaciones para los Goya: al mejor director novel (Santiago A. Zannou); al mejor actor revelación (El Langui) y a la mejor música (Woulfrank Zannou).

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Santiago A. Zannou es el primer realizador de raza negra del Estado español que consigue debutar en el largometraje, después de hacer video-clips musicales y cortos. De hecho, su relación con el ambiente musical es la que le ha facilitado la idea para su ópera prima, ya que se le ocurrió en el estudio de grabación de su hermano Woulfrank Zannou, que se encarga de la banda sonora de la película.

AllÍ conoció al Langui, líder del grupo rapero La Excepción, y de aquella amistad surgió el emparejamiento interracial que motiva el argumento. Juan Manuel Montilla «Langui» se mantiene como protagonista, no así el colega mulato, papel que en última instancia ha recaído en Ovono Candela. Lo que les une a ambos es su total falta de experiencia interpretativa, al igual que la mayoría del reparto. Se ha buscado gente de la calle, capaz de dotar de realismo a una tipología que no admitía artificios. Del mismo modo que Langui actúa de acuerdo con la minusvalía que sufre, los figurantes que salen de yonquis lo son realmente.

Los dos saben muy bien de las barreras que han tenido que vencer para seguir adelante, por eso se identifican con sus respectivos personajes y les dotan de una forma creíble de expresarse y de comportarse. Es la historia marginal de un payo agitanado afectado por una parálisis y de su inseparable compañero de fatigas, deseoso de escapar a la adicción a las drogas. La ilusión que les mueve para salir de la miseria del barrio es la de reunir el dinero suficiente con el que montar un estudio de grabación, cumpliendo así su último sueño de adolescencia, que es dedicarse plenamente a la cultura del hip hop.

Dicha marcada tendencia artística motiva la presencia de la cantante Mala Rodríguez en un cameo más que justificado, porque toda la ambientación recoge los sonidos urbanos de la periferia de Barcelona, a la vez que se suceden peleas que no están coreografíadas y son de verdad, tal como muestran las marcas visibles en algunos de los que intervinieron en el durísimo rodaje.

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