El rabino exorcista
«La semilla del mal»
M. l. | DONOSTIA
Hollywood hace propaganda del judaísmo hasta en el cine de género, y ya se sabe lo permeables que son las películas de terror a cualquier religión. El guionista y director David S. Goyer está especializado en cine fantástico, así que ha elegido para «La semilla del mal» un tema relacionado con su origen judío. Rescata la figura del dybbuk, que, según la tradición hebrea, es un alma en pena que ocupa el cuerpo de un ser vivo con consecuencias diabólicas.
A la joven protagonista se le aparece un niño fantasmagórico, asociado a otras visiones espantosas que cree guardan relación con el abandono que sufriera por parte de su madre. Pero cuando las transformaciones físicas empiezan a evidenciar cambios más profundos en su ser le entra la duda, para acabar concluyendo que no se puede tratar de un simple trastorno psicológico. Es por ello que acude a un rabino que practica exorcismos, el cual confirmará que está poseída por el ente antes referido, que resulta ser una pobre criatura, víctima del holocausto en el campo de concentración de Auschwitz.
En el papel del rabino Sendak figura Gary Oldman, quien trata de emular en su cometido para acabar con el caso de posesión diabólica al Max Von Sydow de «El exorcista». Las armas con las que cuenta principalmente se concentran en su amplio conocimiento de los dybbuk, en cuanto seres condenados a vagar eternamente entre el mundo de los muertos y el de los vivos, al no ser admitidos en el Paraíso, viéndose obligados a buscar un cuerpo que en el que poder materializarse. Su misión es salvar del Mal a la protagonista, una joven encarnada por Odette Yustman, conocida para los aficionados al género a raíz de su aparición en «Monstruoso».
Aunque a Guy Ritchie le ha sentado bien cinematográficamente el hecho de separarse de Madonna, en este trabajo aún se intuye su influencia; y eso que no figura en el reparto.