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CRÓNICA Campaña preelectoral

Basagoiti busca su espacio entre la política pop y el mercado tradicional

La convocatoria de elecciones le ha pillado al candidato a lehendakari por el PP, Antonio Basagoiti, buscándose todavía a si mismo, tratando de definir su perfil político y mediático, después de haberse visto lanzado a la misión imposible de sustituir a María San Gil

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Iñaki IRIONDO

Antonio Basagoiti (Bilbo, 1969) quiere ser moderno y traNsgresor -y pone a bailar a todos los cargos del partido en el Victoria Eugenia de Donostia- pero al mismo tiempo encarnar los valores tradicionales del PP, con discursos de manual; busca proyectar ingenuidad con esa foto tierno infante que dice que quiere ser lehendakari y al mismo tiempo ejercer de doberman para contentar al ala más ultra del partido, que en Gasteiz y Madrid espera los fracasos de los actuales dirigentes para ajustar cuentas.

Basagoiti llegó a la presidencia del PP de la CAV por los movimientos de fichas que se produjeron durante el terremoto de mayo, cuando María San Gil se negó primero a firmar la ponencia política para el Congreso del PP, alegando que había perdido su confianza en Rajoy, y acabó dimitiendo como presidenta del PP de la CAV.

Paradojas de la política, el inspirador de aquel golpe de efecto de María San Gil, que no fue otro que Jaime Mayor Oreja, no ha tenido la misma coherencia que exigió a su ahijada política y ha optado por mantenerse en su puesto de eurodiputado y cabeza de lista para las próximas elecciones a la Cámara europea en cuanto se lo ha pedido el mismo Mariano Rajoy que en primavera no le parecía de fiar. La maniobra de Mayor no ha pasado desapercibida en sectores de la derecha española que han tomado buena nota de lo que consideran «una traición».

Circunstancial

Cuando quien debe ser un líder político no llega a la cumbre aupado por la convicción mayoritaria de su partido sino como consecuencia de las circunstancias (habiendo además un candidato con mayor experiencia de gobierno y mejor valorado pero que se aparta para no perder su actual puesto en Madrid), necesita más que seis meses -por muchos pueblos que visite- para forjar la imagen de un aspirante a lehendakari.

Y, sin dudar de las muchas y grandes cualidades que a buen seguro tendrá Antonio Basagoiti, verle mitinear presentándose como la única alternativa de éxito, mientras trata de dar lecciones a Juan José Ibarretxe o a José Luis Rodríguez Zapatero, mueve primero a la ironía y luego a la compasión.

Antonio Basagoiti y el PP tienen un mal papel en estas elecciones, porque han de combatir no sólo contra el candidato mejor valorado en las encuestas -Juan José Ibarretxe- y contra un PNV que lleva ganando y gobernando de forma perpetua desde que se crearon las instituciones autonómicas, sino también contra un candidato -Patxi López- del mismo campo «contitucionalista», que aunque tenga un menor gancho personal que el actual lehendakari se presenta como una posibilidad real de desbancar al nacionalismo vasco de Ajuria Enea. Y, tradicionalmente, una parte no militante del voto españolista en estos tres herrialdes siempre opta por el caballo ganador en su terreno, más aún si además gobierna ya en Madrid.

Y, en esas difíciles circunstancias, el candidato pop del PP quiere ser a la vez el Basagoiti 2.0 que participa en «quedadas» en el ciberespacio y el político a la vieja usanza que visita mercados comprando fruta en Rekalde un día y salchichón en Gasteiz al siguiente. En estas circunstancias lo más probable es que para cuando se encuentre ya sea tarde.

Siempre quedará aplicarse y repetir en 2012, pero quién sabe qué habrá sido para entonces de Mariano Rajoy y sus equipos.

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