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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Se desnuda en «El Mundo»

Para conocer la esencia misma de un régimen político basta en ocasiones con leer a lo más granado de entre sus comentaristas. Profundizar en el pensamiento profundo manifestado por escrito a cargo de las plumas más cotizadas nos permite ver con nitidez el grado de desarrollo -o descomposición, en su caso- de una forma de organizar la sociedad.

El domingo, en «El Mundo», David Gistau -que empezó en «La Razón» y fue alabado por Ansón como «una de las mejores plumas del periodismo español»- se refería a la contratación de una stripper en la cárcel valenciana de Picassent y a la polémica consiguiente. Y, cogido de los pelos el argumento, Gistau lo llevaba a donde quería: «La Sección Cuarta de la Audiencia Nacional ha negado a Juan María Olano, encarcelado por su condición de dirigente terrorista, la quincena de libertad requerida para entregar en caliente el semen que necesita Elena Beloki para completar el plan de reproducción asistida por el que fue liberada. A Olano le sugieren que se lo extraiga él mismo, que lo congele y que lo envíe por correo, a ser posible en un recipiente hermético. Y es ahí, para satisfacer la necesidad de estímulos en un ambiente que no propicia el clima erótico, donde se revela indispensable la asistencia de la stripper de Picanssent». Ya empieza a asomar la patita el del pensamiento sucio.

Y también arrastra a escena a otra de sus obsesiones: «por De Juana Chaos sabemos que a esa gente nuestras lágrimas le provocan risas, pero no forzosamente erecciones: su patología es patriótica pero no se ramifica a lo sexual, del zutabe no hay quien saque una gayola». Freud escribió algo sobre todo esto, ¿recuerdan?

Busca burlarse el columnista a cuenta de la stripper y termina, sin embargo, en porretas: «Falta que el laboratorio se equivoque de envío e inocule a Beloki un gen españolista. Igual que la mezcla de las sangres de Agüero y Maradona no puede sino alumbrar un grandioso futbolista, estaría bueno que el terrorista perfecto que habría de salir del encuentro de Olano y Beloki acabara pateando en la tripa al escuchar el porrompompero». Deberían hacérselo mirar. Gistau y también su jefe.

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