Convertirse en el «santuario de la memoria de nuestro pasado» es el objetivo con el que se inauguró ayer el nuevo Centro de Depósito de Materiales Arqueológicos y Paleontológicos de Gipuzkoa. Ese fue el objetivo que se fijó ayer su directora, Koro Mariezkurrena.

Este nuevo equipamiento, ubicado en un bajo de mil metros cuadrados de superficie en el barrio de Intxaurrondo, atesora más de 7.600 cajas en las que se almacenan casi 200 metros cúbicos de materiales paleontológicos, prehistóricos e históricos descubiertos en los últimos cien años en Gipuzkoa. Cuenta, asimismo, con «las más modernas medidas para garantizar la adecuada conservación de los fondos», tal y como explicó Mariezkurrena.

Entre los materiales que se pueden encontrar, hay valiosos y variados hallazgos. Así, alberga desde el resto humano más antiguo localizado en Euskal Herria -el húmero de una mujer de la especie homo heidelbergensis que vivió hace unos 150.000 años en la cueva de Lezetxiki (Arrasate)-, hasta baterías de artillería de época reciente descubiertas en el puerto de Donostia. También hay restos de fauna antigua, industria lítica prehistórica y hachas de la Edad del Hierro que comparten espacio con piezas de la época romana y hallazgos medievales. Todos los objetos están bien protegidos en sus correspondientes embalajes y cajas, y clasificados en ordenadas estanterías.

Uso de los investigadores

El principal objetivo es que estén a buena disposición de los investigadores, que serán los principales visitantes de este nuevo inmueble. Para ellos, esta nueva infraestructura incluye una sala con amplitud para que hasta cinco profesionales trabajen a la vez, equipada con un puesto suplementario para quienes necesiten utilizar un microscopio estereoscópico. Con ello, pretenden ofrecer la posibilidad de «elaborar memorias científicas de excavaciones o estudiar materiales para realizar tesis doctorales o postdoctorados».

Como piezas emblemáticas, destacan una colección de collares y una representación de una venus prehistórica descubiertas en la cueva de Praileaitz (Deba), así como una preciosa serie de cuatro representaciones de deidades romanas que fueron encontradas en la comarca del Bidasoa. Un grupo de cerámicas campaniformes de la prehistoria reciente, poco frecuentes en la cornisa cantábrica, y diferentes aperos agrícolas y brazaletes de la Edad del Hierro son otros de los tesoros de este centro.

Junto a anclas de barcos y restos de capiteles de antiguas columnas, otra de las piezas que llama la atención es una enorme vasija que fue descubierta en la zona de la Brecha de Donostia junto a los restos de otros nueve contenedores similares y que, al parecer, eran depósitos subterráneos de aceite o grasa de ballena.

Este centro no será, sin embargo, el hogar final de estos bienes que se trasladarán al futuro instituto de almacenaje, restauración y difusión del patrimonio cultural de Guipuzkoa que se edificará en Irun. Estará equipado con las últimas tecnologías de conservación, que permiten crear unas condiciones estables de temperatura y humedad para mantener en perfectas condiciones estos restos.