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CRÓNICA | Expedientes de regulación de empleo

Los ERE extienden el miedo, la incertidumbre y la decepción

En 23.000 hogares vascos se vive cada día la incertidumbre y el miedo por los planes de las empresas para recortar empleo o suspender su producción. Durante este año serán muchos más. Estos trabajadores viven la crisis en primera línea.

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Pablo RUIZ DE ARETXABALETA

Iban Lara llevaba cuatro años y medio confiando en el azar de los sorteos de vivienda para poder acceder a un piso de protección oficial. Cuando lo consiguió todo parecía fácil. Necesitaba una confirmación escrita del banco de la aprobación del préstamo. «Un lunes voy al banco y me piden un contrato, nóminas y me dicen `no hay problema mañana te llamamos», pero empiezan a darle largas hasta que una semana después, junto a la máquina de café, lee una nota de la dirección de Cegasa que eligió ese medio para anunciar el expediente que expulsará a 240 trabajadores porque dejará de producir pilas domésticas en Gasteiz.

«Vamos a esperar un poco» es la nueva respuesta del banco que ya no ve en Iban un cliente fiable. «Yo no puedo esperar. Tengo que entregar el papel aprobado en diez días. Me dicen que no saben si iré yo a la calle». Finalmente tiene que adelantar 10.000 euros, presentar avalistas y reducir la cuantía del crédito. «Parece que te piden que les dejes un pulmón durante treinta años por si acaso no puedes pagar», protesta.

Futuro incierto

El día a día en el trabajo va minando la moral. «Llegas al trabajo y todo son rumores. Sigues creyendo que tienes un salario pero no sabes si mañana nos dejarán entrar al trabajo, si nos van a ingresar la nómina...». Tras casi diez años en la empresa, la seguridad que parecía tener se tambalea. «Llegas a casa y parece que soy la última mierda; para el banco soy la última mierda; para el trabajo soy la última mierda. Ya vale. No puede ser que siempre sean los ricos los que ganan. Cuando crees que tienes la vida hecha ves que no tienes nada y que puedes quedarte durmiendo en un banco» dice Iban, quien reconoce que hay quien lo pasa peor.

Si el futuro ya es incierto para un joven, la gente mayor de 50 años «no puede acogerse a ningún superplan de empleo y les mandan al paro con cinco millones de pesetas». O parejas en los que ambos han sufrido un expediente. «A ver cómo pagan la hipoteca. Los trabajadores no podemos hacer como ellos y hacer una regulación de recibos y no pagar la luz». Se niega a pagar lo que hayan hecho mal otros. «No es normal que nos digan que no hay trabajo, cuando hemos estado produciendo sábados y domingos, mañana, tarde y noche a ritmos desorbitados. Y si ha sido mala administración que se vaya el administrador a la calle. Ya vale de que tengamos que pagar los trabajadores las malas gestiones o lo que les convenga a algunos», afirma.

Calendario a la carta

Si Cegasa es una empresa emblemática en Gasteiz, Mercedes hace depender de ella a buena parte de la economía del territorio. Todavía no tiene expediente, pero casi nadie duda de que la dirección acabará aplicándolo cuando agote las medidas de flexibilidad que, una vez más, ha conseguido que algunos sindicatos aceptaran. La incertidumbre también llega a las vidas de su plantilla. La primera, el no saber exactamente cuándo trabajarán. Pablo Martínez destaca cómo todo ha llegado sin una asamblea informativa ni una votación. «No informaron al trabajador de lo que se estaba cociendo», denuncia.

Si ya en el último convenio las medidas de flexibilidad eran enormes, ahora el calendario prácticamente queda a expensas de lo que vaya disponiendo cada semana la dirección.

«No puedes planear salir con la cuadrilla ni organizar una comida familiar», explica. Pero además, hay temor a que tras el expediente vengan peores medidas porque si el mercado no se recupera en los próximos años, «les va a sobrar gente».

Miedo

Y detrás de Mercedes numerosas subcontratas dependen de sus aleatorios ritmos de producción. Una de ellas es Uni2, empresa de limpieza que emplea a 251 trabajadores en la fábrica de furgonetas con salarios en torno a mil euros. La flexibilidad de Mercedes ya ha provocado un expediente de 90 días de suspensión en Uni2, que la empresa va repartiendo en función de lo que decida la multinacional.

Marino Seco y José Antonio Mendoza descifran sobre un calendario sus jornadas laborales. «Aquí meten diez días, aquí una semana de fiestas, aquí paran otra vez y volvemos a la regulación». A las que se añaden las excepciones de los días de servicios mínimos. Un panorama incontrolable. «Todo el día currando y ahora te ves desorientado. Todo está en el aire. No sabes si te toca ir o no».

Pero la regulación afecta también a un bolsillo ya muy tocado. «El mes que viene no vamos a cobrar parte del sueldo porque el Inem te paga con atraso todo el mes de enero y, encima, vas a ganar menos».

«Los que tienen hipotecas e hijos lo van a pasar mal y hay gente que no tiene nada ahorrado porque con la comida y la hipoteca apenas llega», afirman.

La novia de José Antonio busca trabajo en las ETT pero de allí han desaparecido las ofertas. «En una, las chicas que la atendieron le dijeron que incluso iban a despedir a una de ellas». Marino percibe que «se empieza a notar a la gente con miedo».

En Michelin no parece preocupar que envíen a los trabajadores a casa con el sueldo pagado, «pero cuando haya que recuperarlos será otro cantar», advierte Jon Fernández de Alaiza. El acuerdo firmado por algunos sindicatos supone que esas jornadas se recuperarán a lo largo de los próximos cuatro años. «Se ve con preocupación relativa. Es una empresa grande y te sientes más seguro, pero los más jóvenes y los que trabajan en subcontratas lo tienen peor». «No puedes planificar nada. Te avisan de una semana para otra o con quince días. Y son días que se suman a la cuenta del trabajador, que cuando le venga bien a la empresa los recuperará y algún año casi tenderemos que ir todos los días», insiste. Además, cuando la empresa reclama producción lo hará «a tope». Fernández de Alaiza señala que incluso se han batido récord de producción. Las explicaciones de las instituciones no calman a estos trabajadores.

A peor

Iban Lara va aumentando su enfado cuando explica que «luego escuchas que va a durar un año, año y medio... Encima te dicen cuándo vas a dejar de sufrir. Para muchos la crisis no ha empezado ahora. Además no afecta a todo el mundo. Al empresario con muchos millones no le afecta que la leche suba diez céntimos y al que no tiene nada tampoco. Pero a los que estamos en mitad de la cuerda que llegamos por los pelos sí que nos afecta».

Tampoco le consuela oír a los consejeros de Lakua afirmar que estamos mejor que en otros lugares. «Yo invitaría a los del Gobierno vasco a que vengan el lunes a mi casa para que vean cómo se vive realmente una crisis, con el sueldo de un obrero».

Marino Seco cree que «se están dando informaciones interesadas porque en marzo hay elecciones. Me parece que todo va a ser peor de lo que dicen. Nos están soltando lo malo poco a poco porque, si no, saldríamos todos corriendo».

Decepción

Pero además del miedo y la incertidumbre sobre su futuro, los trabajadores muestran su decepción ante las reacciones sindicales. Pablo Martínez afirma que la plantilla está «quemada» porque el rechazo a la flexibilidad en el último convenio de Mercedes en una asamblea no sólo fue ignorado, sino que ahora los mismos sindicatos aceptan aumentarla. «Ni resisten ni plantan cara a todo esto. Cada vez hay menos presión sindical y la empresa hace y deshace con los sindicatos que quiere y sin contrapartidas. Oí en televisión al presidente del comité y parecía que estaba oyendo a la empresa. En ETB dieron la impresión de que encima la empresa era buena porque evitaba los despidos y había pactado», dice.

Seco juzga «vergonzosa la actitud de sindicatos y de la izquierda. Con la que está cayendo y todo el mundo callado», termina.

José Antonio Mendoza (Uni2)

«Te ves desorientado. No sabes si te toca ir a trabajar o no. El mes que viene no vamos a cobrar parte del sueldo porque el Inem paga con retraso y encima vamos a ganar menos. Los que tienen hipotecas o hijos lo van a pasar mal».

Iban Lara (Cegasa)

«Para el banco soy la última mierda, para la empresa soy la última mierda. Cuando ya tienes la vida hecha y crees que tienes un salario, ves que no tienes nada. Ya vale de que los trabajadores tengamos que pagar malas gestiones o las conveniencias de algunos».

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