Gari Mujika Kazetaria
Las cosas claras y el chocolate espeso
No puedo evitar sentirme insultado cada vez que nuestros mayores definen a los jóvenes de este país como «hijos e hijas de la democracia». Siempre hablan sobre lo duro que fue el franquismo, intentando inculcar así la «suerte» que tienen las nuevas generaciones y evitar, además, que adquieran compromisos políticos que, según de qué signo sea, por su coherencia y perspectiva histórica, coloca en continuo riesgo la falsa e idílica sociedad en la que se empecinan en decir que vivimos. Quizás les remuerda la conciencia. A mí, seguramente, me pasaría lo mismo si tuviera en mi haber una responsabilidad como la suya.
Como ocurre cada vez que se conmemora aquél mayo de 1968, con el último tramo de la dictadura pasa lo mismo. Parece que nadie fue franquista y que hasta el más tonto del pueblo levantaba adoquines del suelo para hacer frente a los grises. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Iup, la, la! Y se hizo la luz.
Pero con lo que nos hemos encontrado y seguirán tropezando las nuevas generaciones es con un contencioso político abierto de par en par, con injusticias aún más graves y con sufrimiento a repartir. Y esos mayores nuestros también son responsables de ello. Todos. Sin excepción. Y más los que hace treinta años decidieron taparse los ojos y convertirse en sordos, y españoles, para disfrutar de este sistema de consumo que ahora fabrica en cadena nuevas generaciones ERE. Todas las decisiones conllevan responsabilidades y consecuencias. Y, hoy, ser vasco es arriesgado. Y, más, ser un vasco coherente.
Puede que esté embarazado, porque las arcadas no cejan ni disminuyen. Y van en aumento cada vez que los DTV (Demócratas de Toda la Vida: asociación con ánimo de lucro con sede en los Pactos de Ajuria Enea) no se conforman con escupir, e insultan a la inteligencia. Siempre pasa en campaña electoral; osea, todos los días. Hoy nos quieren vender la moto de que los jeltzales, que sustentan política y económicamente el statu quo impuesto, son adversarios del PSOE y PP. Creo que era Alicia la que vivía en el país de las maravillas.