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CRíTICA clásica

Todo un disfrute

Montserrat AUZMENDI

Fundación Kursaal nos ofreció el pasado domingo la ocasión de disfrutar con un concierto de los que no se dan muy a menudo. Una orquesta de cámara fina, como la de Basilea, bajo la batuta de un músico apasionado y minucioso, como es el británico Karel Mark Chichon, y contando además con la presencia de una excelente mezzo como  Elïna Garança, no son ingredientes con los que nos topamos todos los días. La combinación de todos ellos hizo las delicias de un auditorio ávido de delicatessen musicales y propuestas de auténtica calidad.

La Orquesta de Cámara de Basilea es una agrupación sólida, dócil respecto de las indicaciones del director, e integrada por excelentes músicos. Con estos mimbres y la batuta perfeccionista de Chichon no es de extrañar que nos ofrecieran vibrantes versiones de cuantas obras pudimos escuchar. La obertura de “El rapto en el serrallo” KV 384 de Mozart nos sorprendió por la precisión con que fue acometida, la perfecta acentuación y el especial sonido de instrumentos de época que nos hicieron llegar. La “Sinfonía nº 88 en sol mayor” de Haydn resultó una verdadera exquisitez. La variedad de matices dinámicos y agógicos, extremadamente cuidados, no restó ni un ápice a la sobriedad interpretativa de la que hicieron gala los suizos. Y la versión ofrecida de la “Sinfonía nº 36 ‘Linzer’”, de Mozart, fue igualmente un ejemplo de estupendo fraseo y limpia expresión.

En cuanto a la mezzo letona Elïna Garança, no hay más que elogios para ella. Ya desde el primer aria de concierto, “Alma grande e nobil core” KV 578, de Mozart, quedó patente su perfecta técnica, su voz redonda de estupendos armónicos y su cuidada interpretación. Mostró su elegante musicalidad en el aria “Al desio, di chi t’adora”, de “Las bodas de Fígaro”, y demostró que no hay dificultad que se le resista en el “Temerai… come scoglio”, de “Così fan tutte”, ambas también de Mozart.

Y la explosión llegó con los bises. El intermedio de “La boda de Luis Alonso”, de Jerónimo Giménez resultó, bajo la batuta de Chichon, un derroche de matices y colores, y el aria de zarzuela del alicantino Ruperto Chapí que nos regaló Garança fue una muestra más de sus recursos vocales y su facilidad interpretativa. Estupenda.

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