José Manzaneda Coordinador de www.cubainformacion.tv
Esperanza Aguirre: poder mediático y mafia de Miami
Esperanza Aguirre, que es propietaria de una gran fortuna económica, se ha dotado en los últimos tiempos de un importante aparato de comunicación, compuesto por decenas de medios que conjugan la propaganda sobre su gestión política con el culto al neoliberalismo, la xenofobia y el chovinismo españolEl conjunto del sistema mediático español ha reproducido recientemente la información de que el Gobierno cubano ha insultado y descalificado a Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid. El argumento es que el diario cubano «Granma», calificado como «diario oficial» de Cuba en todas las informaciones, ha publicado un artículo en el que se afirma, entre otras cosas, que Esperanza Aguirre desea «convertirse en la principal cabecilla en Madrid de la mafia y los terroristas cubanoamericanos asentados en Miami».
La presión del Partido Popular y el ruido producido por los grandes medios ha conseguido, incluso, que el Ministerio de Asuntos Exteriores de España haya protestado formalmente ante la Embajada de Cuba en Madrid por dicho motivo.
Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? El artículo citado, titulado «Esperanza Aguirre: La presidenta de Miami en Madrid», calificado en varios medios españoles de prensa como «editorial» del diario cubano «Granma», ni es un editorial ni está escrito por un periodista cubano. Su autor es Patricio Montesinos, articulista de nacionalidad española, que no escribió dicho texto para «Granma», sino para el sitio web «La República», cuya redacción está en Madrid. «Granma» reprodujo el texto, al igual que lo hicieron diversos medios alternativos por internet en idioma español.
Es decir, un artículo de opinión de un periodista europeo reproducido por un periódico cubano, provoca una protesta diplomática de un Gobierno. Mientras, todos los días del año, en decenas de periódicos, revistas, canales de televisión y radios del Estado español, privados y públicos, se insulta, se agrede y se amenaza a representantes del gobierno cubano, sin que éste redacte una sola nota de protesta.
Este suceso responde, para numerosos analistas que carecen de espacio en los grandes medios, a una estrategia de lanzamiento de Esperanza Aguirre como líder del sector más ultraconservador del Partido Popular, ligado al ex presidente José María Aznar, que disputa desde hace meses el protagonismo y liderazgo a otras figuras políticas de su formación.
En esta matriz política, que enlaza en el marco internacional con el apoyo a las prácticas del ex presidente Bush y del actual ejecutivo de Israel, era imprescindible el llamado «elemento cubano», es decir, la alianza con la mafia «anticastrista» de Miami. El Gobierno autonómico presidido por Aguirre sostiene económicamente, mediante fuertes subvenciones, a varias organizaciones con sede en Madrid, ligadas a dicha mafia, como la Fundación Hispano-Cubana. En 2007, otorgó el Premio a la Tolerancia a Carlos Alberto Montaner, prófugo de la justicia cubana desde 1962 por acciones de sabotaje en instalaciones públicas de La Habana.
Diversas fuentes señalan que esta actitud de agresividad contra la Revolución cubana y de veto a cualquier fondo de ayuda al desarrollo para proyectos de ONGs que trabajan en Cuba, es el pago político a los cuantiosos fondos recibidos desde Miami para el lanzamiento internacional de su figura política. Este tipo de acuerdos tienen su precedente en los pactos entre José María Aznar y Jorge Mas Canosa, quien fuera presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana, organización que actúa en Miami como lobby de ultraderecha en favor del bloqueo a Cuba y que financia acciones terroristas en la Isla. En 1996, Mas Canosa pagó parcialmente la campaña electoral del Partido Popular español y, a cambio, Aznar otorgó a Mas Canosa la empresa privatizada Sintel, filial de Telefónica, que quebró en poco tiempo.
La alianza con la ultraderecha cubano-americana tiene su reflejo, por ejemplo, en el retrato idílico que realiza de Esperanza Aguirre de la Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista, del que suprime la miseria extrema, la represión, el analfabetismo, la insalubridad, la explotación y la falta de servicios básicos de la mayoría de la población cubana que vivía fuera del lujoso centro de la capital de la Isla: «Cuba en el año 59 era uno de los países más prósperos, en aquel momento bastante más rico y más próspero que España».
Esperanza Aguirre es, hoy, defensora del Gobierno de Israel, que horroriza al mundo con la masacre planificada de civiles palestinos. Y suscribió, como estrecha colaboradora de José María Aznar, la invasión de Irak, con un saldo de más de un millón de muertos y varios millones de personas desplazadas.
Pero Esperanza Aguirre, que es propietaria de una gran fortuna económica, se ha dotado en los últimos tiempos de un importante aparato de comunicación, compuesto por decenas de medios que conjugan la propaganda sobre su gestión política con el culto al neoliberalismo, la xenofobia y el chovinismo español.
Un reflejo más de que el actual sistema mediático, construido y controlado por una élite económica, lejos de garantizar la libertad de prensa, es un verdadero aparato de censura, e instrumento de agresión política a gobiernos o movimientos sociales que ponen en evidencia la caducidad y decrepitud del sistema capitalista defendido por los medios.