Anjel Ordóñez Periodista
Noticia y realidad en la pequeña pantalla
Sabrán ya que el programa de Televisión Española «Tengo una pregunta para usted», en el que un centenar de ciudadanos interrogaban al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, pulverizó el lunes los récords de audiencia. Todo un fenómeno (el formato audiovisual, no el presidente). Y al hilo de la noticia, la curiosidad me ha sumergido en un mar de datos sobre audiencias, cuotas, ratings y shares, tratando de destripar por dónde circulan las preferencias de los televidentes de este principio de milenio por el que nos arrastramos.
Hago un resumen: se llevan, sobre todo, las series de ficción (españolas o norteamericanas, indistintamente), los reality del tipo «Gran Hermano» (que en su décima edición ha batido sus propias marcas) y los concursos de cantantes, artistas varios y hagaustedloquesepa de turno. También chutan las películas supercomerciales del star-system, algún que otro programa de humor de trazo grueso y los culebrones, folletines y similares. Y algo más: los informativos. El parte, el telediario, el teleberri... los espacios diarios de información, de tarde o noche, se colocan invariablemente entre los cinco primeros puestos de la clasificación por la que suspiran los programadores, ahora que las cifras de los ingresos por publicidad arrojan pérdidas superiores al 30% en prácticamente todas las cadenas.
Al primer bote me asalta la tentación de concluir que las audiencias, además de telebasura, también consumen productos audiovisuales serios. Que el interés de los ciudadanos se divide a entre el imprescindible solaz, por mugriento que éste pueda llegar a ser, y la necesidad de sentirse al día, la satisfacción de saberse informado. Pero esa ingenua sensación dura poco: lo que uno tarda en caer en la cuenta de que esos programas no son realmente espacios informativos, sino una desafortunada mutación que comenzó con paulatinas concesiones para ganar audiencias y ha terminado por convertirse en una mezcla a partes iguales de espectáculo y burda manipulación. Acierta el clown Wyoming cuando presenta su «Intermedio»: «Ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad». Amén.