«El problema es que vivimos en una cultura que culpa de todo a la mujer»
Feminista con raíces mejicanas y salvadoreñas, está afincada en Bilbo desde hace años, donde desde 2003 dirige una consultora que trabaja en el campo de la violencia de género. Forma, también, parte del personal docente de la escuela de empoderamiento en distintos ayuntamientos vascos.
Joseba VIVANCO |
La capital bilbaina ha acogido las V Jornadas sobre Estrategias Positivas de Desarrollo, centradas este año en la violencia contra las mujeres. Esta psicóloga fue la encargada de abrir el programa.
«¿Cómo entender el maltrato físico a las mujeres?» ha sido el título de su exposición. Parece que esta pregunta debería estar contestada hace tiempo...
Mucha gente sigue preguntándose ¿por qué las mujeres que son maltratadas físicamente se quedan en esa relación? Se siguen cargando mucho las tintas sobre las mujeres con este tipo de cuestiones. Yo opino que el maltrato físico suele dejar una huella evidente, pero sobre lo que ocurre alrededor de esa conducta, en general, la gente no reflexiona sobre ello. Y hay que ver un poco más allá del significado del maltrato físico. El problema es que vivimos en una cultura que tradicionalmente culpa de todo a la mujer. Es decir, no hay un desconocimiento, sino una normalización de asignar este papel a la mujer.
Usted ha hecho una exposición del análisis feminista de la violencia de género. ¿Cuál ese enfoque que no hagan otros?
Hay análisis sanitario, legal, de seguridad ciudadana... El discurso feminista sitúa las causas de esa violencia en la desigualdad entre hombres y mujeres, una posición que ha ganado reconocimiento académico e institucional. Sin embargo, en el conjunto de la población todavía hay muchísima gente, hombres y también mujeres, que piensa que esto es un problema aislado, personal, y que no tiene que ver nada con la discriminación social. El problema es que sí lo tiene, porque la violencia sigue siendo una amenaza y un castigo para las mujeres que van logrando mayores cuotas de autonomía.
Esa desigualdad parece un poso demasiado consistente...
Hay mucha violencia normalizada, mucha violencia que no se expresa físicamente y que causa daño. Porque en el fondo hay un sustrato de control de la conducta feminina basado en la amenaza, más que en la violencia, y esto hace que no se acabe con esta violencia que puede acabar en el asesinato.
Entonces, los enfoques institucionales del problema, ¿van por el camino correcto?
Hay enfoques que se encuentran más en la solución penal, lo cual está bien, pero sólo con eso no se va a acabar con esta violencia, sobre todo la que no es constitutiva de delito. También hay muchas políticas enfocadas hacia las mujeres, de apoyo. Pero hay muy pocos mecanismos de socialización dirigidos hacia los hombres.
Sí que hay coincidencia en que la labor hay que empezarla por los más jóvenes. Dicho esto, ¿tardaremos en ver los frutos?
Tardaremos... Desafortunadamente, tardaremos. Eso no quiere decir que no se siga actuando, pero hay que cambiar las conciencias, no sólo las leyes. Y eso creo que no lo conseguiremos ni en una generación... Y soy optimista ¡eh!
«La violencia sigue siendo una amenaza y un castigo para las mujeres que van logrando mayores cuotas de autonomía»