Analisia | elecciones a la Knesset
Israel se prepara para el duelo de halcones en las urnas
«Lo que Israel elige es quién será un buen primer ministro para liderar la próxima guerra. La población ha olvidado la crisis económica para pensar sólo en la guerra», destaca Gideon Doron, politólogo de la Universidad de Tel AvivTodas las encuestas dan como favorito al Likud de Benjamin Netanyahu. La incógnita es si pactará con el Kadima de Tzipi Livni y los laboristas u optará por los ultraderechistas de Israel Beitenu de Avigdor Lieberman.
Alberto PRADILLA-Aritz INTXUSTA Colaboradores de GARA desde Palestina
Los israelíes celebrarán elecciones legislativas el próximo martes. Los autores analizan esta cita electoral, destacando que la masacre producida en Gaza ha beneficiado extraordinariamente a los partidos que tienen posiciones más duras hacia los palestinos, especialmente al ultraderechista Israel Beitenu.
A menos de una semana para la celebración de las elecciones, que tendrán lugar el próximo martes, el líder del Likud, Benjamín Netanyahu, tiene todas las opciones para ser reelegido como primer ministro israelí, cargo que ya ostentó entre 1996 y 1999. Todas las encuestas dan por segura su victoria y el interrogante que falta por resolverse es quién le acompañará en el Gobierno. Lo que sí está claro es que la Knesset, el parlamento hebreo, será un reflejo de la deriva derechista en la que se encuentra la sociedad israelí. Una asamblea donde los halcones (los partidos defensores de la «mano dura» contra la población palestina) se han comido a las palomas ya que la alternativa, el Kadima de Tzipi Livni, o los laboristas, sin aspiraciones reales de Gobierno, han dirigido el Ejecutivo durante los últimos dos años, en los cuales Israel ha atacado Líbano y ha provocado una masacre en Gaza. «En realidad, Likud, Kadima o laboristas son lo mismo. No existen diferencias», asegura Gideon Levy, analista político del diario «Haaretz» y una de las únicas voces críticas dentro de la sociedad israelí contra el ataque sobre la Franja. Gideon Doron, politólogo de la Universidad de Tel Aviv, coincide en esta percepción: «están diciendo lo mismo, lo que les diferencia son las personalidades de sus líderes».
«Lo que Israel elige es quién será un buen primer ministro para liderar la próxima guerra», explica Doron, quien destaca que «la población ha olvidado la crisis económica para pensar sólo en la guerra. No existe una agenda social». Gaza, las colonias, Jerusalén o el futuro de un proceso de paz en el que prácticamente nadie cree son la cuestión central. Nadie cuestiona la ocupación en Cisjordania y todas las formaciones se han apresurado a posicionarse con esa aplastante mayoría social que, como resalta Gideon Levy, «piden más y más guerra». Esto ha favorecido el crecimiento de partidos con un discurso racista, como Israel Beitenu (que podría convertirse en el tercer partido en número de escaños) o el Shas, de carácter ultraortodoxo. En una sociedad en la que el pacto sionista aglutina a todas las formaciones, las voces que cuestionan la ocupación llegarán únicamente de los partidos árabes, que la Comisión Electoral trató de ilegalizar a dos semanas de las elecciones pero a quienes la Corte Suprema ha permitido presentarse. A esto se le suma la gran influencia de los partidos religiosos, rabinos de ultraderecha que se niegan a la creación de un Estado Palestino y que abogan por la edificación masiva de colonias en Cisjordania (lo que los sionistas denominan Judea y Samaria).
Ese «consenso nacional» a favor de la guerra no se va a trasladar a la participación electoral. Según asegura Doron, las previsiones se acercan al 40% de abstención, una tendencia continua que, en opinión del politólogo israelí, refleja la reacción social ante un Gobierno siempre inestable que nunca logra agotar la legislatura. Una apatía que se percibe en las calles, donde únicamente algunos enormes carteles propagandísticos y las caras de los candidatos en los laterales de los autobuses recuerdan que Israel se encuentra en período electoral. «El límite para que un partido se siente en el Parlamento es del 2%, una cifra que superan muchos grupos. Esto genera un multipartidismo que obliga a crear coaliciones», asegura. Aunque no se puede olvidar que, a pesar de que al menos una decena de formaciones entrarán a formar parte del parlamento, en la práctica apenas existen diferencias importantes entre ellos. Incluso el Meretz, el partido vinculado al movimiento pacifista en torno a organizaciones como Peace Now, ha mostrado su apoyo a la guerra. Por este motivo, la principal acusación que se lanzan entre los principales grupos es la de tener un discurso «blando» hacia los palestinos o estar dispuesto a «ceder terreno».
Los tres grandes
Livni trata de recortar distancias a Netanyahu y los laboristas se recuperan «gracias» a Gaza
Israel es un Estado manco y el Likud es el gran favorito para dirigir un brazo derecho superdesarrollado. La mayoría de encuestas le otorgan alrededor de 30 escaños, dentro de un Parlamento que cuenta con 120, por lo que duplicará sus resultados de 2006. Entre sus declaraciones más recientes, la realizada esta semana en Jerusalén, donde aseguró que «no hemos vuelto aquí para devolvérselo a nuestros enemigos». La pregunta es con quién gobernará Netanyahu, que llegó a acusar al ex primer ministro, Ariel Sharon, de «izquierdista», cuando éste desalojó a los colonos de Gaza y encerró a los habitantes de la Franja detrás del muro. Una de las opciones sería una gran coalición de derechas, en la que entrarían Israel Beitenu y el Shas, pero para la que necesitarían el apoyo de una cuarta formación. Doron apunta a la posibilidad de que los laboristas cerrasen este Ejecutivo, aunque Gideon Levy cree más factible un «Gobierno de unidad nacional» en el que entrarían Likud, laboristas y el propio Kadima (creado de una escisión del Likud en 2006). «Las diferencia entre los tres son fundamentalmente retóricas», insiste. Esta opción tranquilizaría a la comunidad internacional, que ya ha mostrado su inquietud por la entrada en el Ejecutivo de los ultraderechistas, que buscarían romper el espejismo del proceso de paz.
La masacre de Gaza ha cerrado las puertas a un gobierno de Tzipi Livni (Kadima), que subía en intención de voto cuando el tema central de la campaña era cómo afrontar la crisis económica pero a quien la población ha castigado por su «falta de experiencia» para dirigir una guerra, según Gideon Doron. Con una estimación de unos 23 escaños y una caída aproximada de siete, la gran baza del partido creado por Ariel Sharon (que sigue estado vegetativo) es un pacto con Avodá (el Partido Laborista), el principal socio del actual Gobierno. Una coalición a la que tendrían que sumarse más partidos, ya que juntos no se acercan a los 61 que exige la mayoría absoluta. «Estas elecciones son sobre la paz», es uno de sus últimos mensajes electorales, una afirmación que choca con su responsabilidad en el último gobierno, que ha destacado por su belicismo.
La popularidad del líder laborista, Ehud Barak, ministro de Defensa, ha crecido tras la matanza en la Franja, aunque sigue muy por debajo en las encuestas, con entre 15 y 17 asientos. Es el socio prioritario para Netanyahu y Livni y entre sus propuestas de los últimos días está la creación de un túnel entre Gaza y Cisjordania que conecte bajo tierra los dos territorios palestinos.
Sea cual sea la composición final del Ejecutivo, Gideon Levy advierte que su acción irá encaminada hacia «otra guerra». «Puede ser en pocos meses o, como muy tarde, en dos años. Pero habrá otro ataque», asegura.
El grupo del «no»
Ex soviéticos que defienden «su casa» y rabinos extremistas, posibles aliados del Likud
En los últimos días, «The Jerusalem Post» ha reproducido un anuncio electoral firmado por las cuatro formaciones ultraderechistas que concurren a las elecciones y en el que se podía leer: «No a un estado palestino». Israel Beitenu (Israel Nuestra Casa) es el principal representante de este sector, y según las encuestas, que le otorgan hasta 16 escaños, podría convertirse en la tercera fuerza política superando a los laboristas. Liderado por Avigdor Lieberman (que da su nombre a una autovía construida desde Jerusalén hasta su colonia y por la que está vetado el paso a los palestinos y que según reveló ayer «Haaretz» perteneció al radical e ilegalizado movimiento Kach), recibe la mayoría de sus votos de los inmigrantes de la antigua URSS, y defiende políticas de separación racial, así como la evacuación masiva de los árabes que residen en Israel y que no acepten la sumisión al Estado judío.
Tras él se sitúa el Shas, que presumiblemente repetirá sus diez escaños. Es un partido ultraortodoxo que generó una cierta polémica durante la masacre de Gaza por sus mensajes rabínicos a los soldados. No por su beligerancia y su discurso extremista, sino porque, según algunas formaciones, podría haber recurrido a la «publicidad electoral ilegal». A estos se le suman la Unión Nacional y Yahadut Hatorah, dos formaciones religiosas que, por el momento, no cuentan para futuras alianzas postelectorales, según Doron.
La minoría árabe y la izquierda pacifista
Diez escaños proscritos y un partido que se hunde en su falta de claridad
La minoría árabe en Israel concurre a las elecciones a través de tres partidos: Balad, la Liga Árabe Unida y el Partido Comunista, que presenta una lista de árabes e israelíes. La Corte Suprema frenó el intento del Comité Electoral de dejar fuera a los dos primeros y ultras como Lieberman les han instado a «marcharse a Siria». De este modo, su presencia es casi testimonial, ya que juntos suman siete escaños y, aunque podrían llegar a alcanzar diez representantes, sólo son incómodos invitados para el resto de formaciones, que comparten ideología sionista.
En una situación diferente se encuentra el Meretz, el partido más izquierdista pero que también ha apoyado la masacre de Gaza. Vinculado a movimientos como Peace Now, aspira a mantener los seis escaños que posee en la Knesset, y que le podrían convertir en la llave para un gobierno con Kadima y laboristas. Según Gideon Doron, «esta coalición más de izquierdas es la que el resto de partidos ultraderechistas tratan de bloquear a toda costa».
Micropartidos
Jubilados y defensores de la marihuana, al frente de un bloque en el que cabe de todo
Al margen de los principales partidos, las elecciones israelíes tienen sus particulares rarezas electorales. Una larga lista de partidos con los más variopintos objetivos, pero que, en algunos casos, resultan determinantes a la hora de formar Gobierno. El principal representante de este sector es el GIL, el Partido de los Jubilados, que defiende las prioridades de los pensionistas pero que podría caer desde los siete hasta los dos escaños, según las encuestas. No obstante, la representación de la Tercera Edad tiene su peso, ya que, por ejemplo, fue uno de los partidos que sostuvo el anterior Ejecutivo de Ehud Olmert.
La formación Hoja Verde es otra de las curiosidades electorales hebreas. En especial, porque se trata de la única formación de defensores de la legalización de la marihuana que ha tenido posibilidades reales de entrar en un Parlamento. Tras ellos, partidos que agrupan a sectores juveniles, partidarios de una reforma educativa o tres formaciones ecologistas, que no han sido capaces de unirse en una sola lista. Incluso el Gideon Doron ha formado su propio partido, Israelim, que defiende que la ley electoral abandone la circunscripción única y se pongan en marcha elecciones regionales. Todos estos partidos comulgan con la ideología sionista.