El anuncio de responsables del Ayuntamiento de Bilbo de que van a acondicionar hasta 60 kilómetros de pistas, caminos y senderos de los montes que circundan la villa, al objeto de que sean transitables para todo tipo de personas, ha hecho saltar las alarmas entre usuarios del macizo de Pagasarri.

Las previsiones son de que al menos 20 kilómetros se ubiquen en este paraje natural para el que ecologistas y usuarios reclaman más protección municipal y que no se desvirtúe su personalidad. «Pagasarri no puede convertirse en otro parque de Doña Casilda», subrayan.

Los tramos susceptibles de ser afectados serían, según los denunciantes, la pista de Arraitz a Gangoiti; la de la cuesta del Silencio y su continuación por Artabe o por la curva del Ahorcado hasta la cima de Pagasarri; las de Arnotegi, en casi todos los tramos conocidos; la de Igertu a Bolintxu hasta Buia; la de Uzkorta; el nuevo camino de Atzokorre; y la pista de La Teja, entre otros senderos y caminos. «Algunos tramos puede que se salven, como el cresterío de Ganeta a Rastaleku, al pasar por él el gaseoducto. Pero sólo será así -explican- por la inconveniencia del paso de los tubos».

Este proyecto es rechazado por quienes apuestan por preservar este entorno natural a pocos minutos del centro de la capital vizcaina. Estas personas llevan años protestando por la instalación de mobiliario urbano en pleno monte, previo hormigonado de los lugares, o para sustentar antenas de telecomunicaciones y torretas eléctricas.

Para estos ciudadanos, las autoridades «quieren convertir el Pagasarri de monte emblemático de la ciudad de Bilbo a parque de cachondeo y barbacoa. En un Artxanda pero un poco más alto». Estiman que este proyecto puede acabar con la personalidad de este área verde.

«Pagasarri es el último reducto montañoso que queda bastante bien conservado como monte, ya que otros lugares están prácticamente convertidos en sitios de estancia y comida. Incluso el propio Arnotegi -apuntan- conserva todavía su personalidad montañosa, aun a pesar de su escasa altura. Sus desniveles desde lugares como Buia, le confieren ese aspecto montañoso y carácter montañero, menos conocido que el del Paga, pero de igual valor naturístico y deportivo».

Los promotores de la queja señalan que los únicos beneficiados son las empresas que tienen instalaciones de televisión y telefonía en la cima de Ganeta, además de aquellas que realizan trabajos en sus faldas. «Da la impresión de que existe un interés desmesurado, de unos años a esta parte, por hormigonar, sea como sea y para lo que haga falta, cualquier cuestión relativa al Pagasarri», añaden.

«Es curiosa esta gente del Ayuntamiento. Pueden tener algunos sitios llenos de restos de peligrosos juegos y no los quitan porque dicen que no tiene presupuesto para ello, pero para hormigonar siempre hay dinero. No hay más que ver todo el camino de Arnotegi, lleno de bancos rotos o caídos, y juegos del año de Mari Castaña, destrozados e inútiles, lo mismo que ocurre en Gangoiti, y dicen que no hay dinero para quitarlos y dejarlo todo correctamente. Pero sin embargo, sí hay dinero para hormigonar los caminos que llegan hasta estos abandonados e inútiles artilugios. Elementos que nadie usa hace décadas, precisamente tiempo en el cual se ha hormigonado medio Pagasarri», manifiestan.

Mientras se suceden, inciden, las «agresiones» al Pagasarri como ésta o las obras de la Supersur, denuncian que el Plan Especial continua «desaparecido desde 2006». «Si alguien tenía puesta alguna esperanza en él, que se vaya olvidando porque ha quedado en papel mojado, como querían demostrar los más escépticos, pero también los más realistas. Si en algún momento ha sido más necesario, precisamente es ahora cuando deberían imponerse criterios ajustados a la conservación de este monte, y no a las locuras del político o del técnico de turno», declaran.