Debate en Italia sobre el derecho a morir dignamente
Una crisis acaba con la vida de Eluana tras 6.232 días en coma
Una crisis imprevista provocó ayer a las 20.10 la muerte de Eluana Englaro en la clínica La Quiete de Udine, según explicó el doctor Carlo Alberto Defanti, uno de los médicos que la asistían. La noticia de la inesperada muerte de Eluana se produjo mientras el Senado debatía una ley de la derecha para obligar a mantenerla forzosamente con vida. Las reacciones de la derecha y del Vaticano fueron extremadamente duras, ya que llegaron a hablar de «homicidio».
GARA | UDINE
«La condena a vivir bajo cualquier condición es mucho peor que una condena a muerte». La frase en sí, llama a la reflexión; más aún, si quien la pronuncia es Beppino Englaro, padre de Eluana, que ayer murió en la casa de reposo La Quiete de Udine tras haber permanecido 17 años en estado vegetativo irreversible. 17 años condenada a seguir viviendo sin vida.
El fallecimiento se produjo a las 20.10. «Sólo quiero estar solo», manifestó su padre tras recibir por teléfono la noticia por boca del anestesista Amato de Monte. Horas antes, en declaraciones a la Cadena Ser, presentaba a Eluana como «un símbolo de la libertad y la vida, y no de la condena a vivir». Calificó de «inconcebible» la manipulación política que ha rodeado a este caso y la actitud del Gobierno de Silvio Berlusconi, que ha llegado a actuar en contra del dictamen del Tribunal Supremo.
6.232 días después de que su hija entrara en coma, reiteró que la ley dice que es únicamente la familia quien «puede decir que no a al alimentación».
Largo proceso
La lucha de este padre comenzó al año de que su hija tuviese un fatal accidente de tráfico que la dejó en estado vegetativo y los médicos le confirmaran que las secuelas eran irreversibles.
Tal era su impotencia que en 2004 envió una carta a los responsables gubernamentales para exigir que le ayudaran, entre otros, al entonces primer ministro Silvio Berlusconi. En la misiva, fechada el 4 de marzo de 2004, Englaro explicaba de este modo el estado de su hija: «Está postrada en una cama de hospital; sin percepción alguna del mundo que le rodea: no ve, no oye, no habla, no sufre, no tiene emociones, en definitiva, está en un estado de muerte personal».
Por todo ello, pedía ayuda para suspender la alimentación e hidratación asistida que mantenía a Eluana sin morir. Lo pedía por lo injusto de mantener a unos padres en vilo a la espera de que su hija dejase de vivir y, sobre todo, porque Eluana, ajena a lo que el destino le iba a deparar, había manifestado su oposición a vivir en esta situación, más aún tras ver a un amigo que quedó en coma debido a un accidente de motocicleta. «La libertad de disponer de su vida de acuerdo a su conciencia y su razón es un valor esencial para Eluana, que nunca habría sido capaz de abandonar porque era, por así decirlo, su ADN», afirmaba su padre en la carta; carta que nunca recibió respuesta alguna por parte de los destinatarios.
Tras cinco de años de lucha en los tribunales para que su deseo y el de su hija fuesen respetados, la respuesta de los dirigentes italianos llegó en forma de ley acelerada; una normativa que desoye la decisión de los propios tribunales italianos. Berlusconi incluso mandó a un grupo de inspectores para vigilar la aplicación del protocolo puesto para interrumpir la alimentación e hidratación que mantenía a Eluana entre «la muerte y la muerte».
Esos mismos inspectores pusieron ayer en duda la labor del equipo médico dirigido por De Monte, insinuando que podían haber acelerado el proceso
El responsable de Udine, Antonio Biancardi, señaló que «hoy decidirán si le realizan la autopsia». El neurólogo que siguió la evolución de la joven italiana, Carlo Alberto Defanti, afirmó que su fallecimiento se debió a «una crisis» que acabó con su vida «de improviso».
Las reacciones no se hicieron esperar. La noticia, además, coincidió con el debate y votación en el Senado del proyecto de ley de Berlusconi expresó su «profundo dolor y pesar ante la imposibilidad del Gobierno de salvar una vida».
Ira derechista y vaticana
El vicepresidente del grupo conservador, Caetano Quagriello, no se cortó a la hora de tomar el micrófono para decir que «Eluana no ha muerto, sino que ha sido asesinada». En esa línea, el portavoz, Marizio Gasparri, sostuvo que la muerte de Englaro «ha sido claramente un caso de eutanasia». Tampoco tuvo reparos en llamar al centro La Quiete «clínica de la muerte».
Por su parte, el neurólogo de la Universidad de Udine Gianluigi Gigli reclamó el precinto de esta clínica y la realización de un examen toxicológico para aclarar si alguna sustancia externa pudo provocar el fallecimiento.
Desde el Vaticano, su «ministro de Sanidad, el cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, pidió «al Señor que acoja en su seno y perdone a quien se le ha llevado de este mundo».
«Tenemos que tener espíritu de perdón y reconciliación, no seguir con polémicas y continuar promoviendo el respeto absoluto por la vida», añadió.
Días antes, tildó de «abominable asesinato» la desconexión de la sonda alimenticia e instó a «detener la mano asesina». Por su parte, el obispo de Udine, monseñor Pietro Brollo, abrió la basílica de la ciudad, la Madonna delle Grazie, para que quienes se han opuesto a la voluntad de Eluana y su familia rezaran.
Otros altos cargo de la Curia Vaticana mostraron una postura aún más radical. Es el caso del cardenal Saraiva Martins, prefecto para la Congregación de la Causa de los Santos y miembro del Consejo Pontificio de los trabajadores sanitarios, que calificó de «homicidio» la muerte de Eluana.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, manifestó su «profundo dolor» y expresó su «pesar ante la imposibilidad del Gobierno de salvar una vida», según precisó en una nota.
Desde que el Tribunal Supremo avaló la muerte de Eluana de modo definitivo, el Gobierno de Berlusconi intentó por todos los medios impedir el cumplimiento de la sentencia. En un primer momento emitió una directiva en la que prohibía a los centros sanitarios italianos interrumpir la alimentación a todos los pacientes que se hallaban en una situación similar a la de Eluana
Sin embargo, la familia Englaro encontró una estructura sanitaria, la clínica La Quiete de Udine, que quedaba fuera del ámbito de acción de la directiva de Berlusconi. Ante esta perspectiva, el Ejecutivo derechista italiano, haciendo suyas las tesis del Vaticano, intentó aprobar un decreto que fue rechazado por el presidente de la República, Giorgio Napolitano, perteneciente al centroizquierda.
Aun con todo, Berlusconi no se dio por vencido y sus ministros aprobaron en tiempo record un proyecto de ley que empezó ayer a ser debatido en el Parlamento, donde la derecha cuenta con una amplia mayoría. La noticia de la muerte de Eluana se produjo, precisamente, mientras el Senado debatía esta cuestión.
El Senado italiano decidió ayer, pasadas las 22.30, retrasar una semana la votación de la ley sobre el testamento vital que la derecha había impulsado y que estaba debatiendo cuando se conoció la noticia de la muerte de Eluana Englaro.
Anna Finochiaro, portavoz del grupo del Partito Democratico (centroizquierda, oposición), propuso que se retrasase una semana el debate sobre la ley de testimonio biológico. Minutos después, la sesión volvió a suspenderse.
Era la segunda suspensión del día, ya que nada más conocerse el fallecimiento de Eluana, a las 20.10, el Senado interrumpió el debate para reanudarlo a las 22.17.
Walter Veltroni, líder del Partito Democratico, destacó que el caso de Eluana ha demostrado la necesidad de regular el testamento vital sin las urgencias impuestas por el Gobierno de Berlusconi para impedir que se aplicase la sentencia del Tribunal Supremo que permitía a la familia de la joven suspender el mantenimiento forzoso de su vida.
Tras conocerse la muerte de Eluana, quienes se concentraban en las puertas de la clínica La Quiete de Udine para protestar por la aplicación de la sentencia del Supremo rompieron a llorar, mientras que quienes la defendían aplaudieron.
La Policía tuvo que intervenir, pero finalmente se impuso la cordura y reinó el silencio entre los dos grupos.
Canale 5, propiedad de Berlusconi, continuó emitiendo «Grande Fratello (Gran Hermano)» tras conocerse la muerte de Eluana.