«Siempre fuimos fanáticos del cómic, lo que nos indujo a cambiarnos los nombres»
Componentes de discípulos de Dionisos
Llevan casi dos décadas blasfemando con su rockanrol de esquina. Son donostiarras, se llaman Discípulos de Dionisos y mezclan chupitos de filosofía básica con tragos de r'n'r de guitarras y estribillos. En la actualidad presentan «Los enigmas de la conducta humana» , un disco demoledor.
Pablo CABEZA | BILBO
Son provocadores, lujuriosos y seductores. Tipos con el rock and roll tatuado en sus guitarras, batería o voz. De haber coincidido, Rodríguez de la Fuente les hubiese filmado un documental por bichos raros en peligro de expansión. Tocan punk-rock guitarrero, sencillo y salvajemente perfecto. Sus riffs cortan. Sus melodías son zapatillas, sus estribillos labios, su ritmo un cinturón alrededor del cuello. «Los enigmas de la conducta humana» es su cuarto disco», imprescindible: tal y como ocurrió con su debut en 1996 con aquél entusiasta «Adictos al porno guarro». Sin pasar por ellos, te pierdes algo.
Con tanto Spartakus, Stagliano, Sifreddi y Jolmes ¿les queda tiempo para saber quiénes son?
Siffredi: Son nuestros alter ego. Siempre fuimos fanáticos del mundo del cómic, lo que nos indujo a cambiarnos de nombre, a adoptar personalidades distintas a las nuestras. Nos inclinamos por nombres de famosos actores porno de los 80; no obstante, lo de Spartakus viene de una guía del ocio gay. Cuando nos subimos al escenario nos metemos en el papel, en ocasiones con tanta vehemencia que no sabemos desconectar.
Claros, con principios, los que sean, y sin autocensura.
Spartakus: El rockanroll es una forma de vida que puede lograr que pierdas el Norte o puede orientarte hacia la senda de los verdaderos creyentes. Con DDD intentamos disfrutar de la vida, de los placeres que nos ofrece y sin represión. Hay gente que habla de política o sociedad, está muy bien, pero eso no nos transmite sensaciones positivas. Además, ya hay muchos grupos que hablan de ello, por eso nosotros nos centramos en las cosas que más nos motivan, como el sexo la comida o el cine.
En una de sus canciones el protagonista desea estar todo un año en Hawai: playa, novia y surfear. ¿El rock es ya conservador, siempre lo fue?
Sp.: Es hedonismo, de hecho somos muy fans de las teorías de Richard Brant. La búsqueda del placer, aunque muy ligada al nihilismo, ha sido una de nuestras mayores doctrinas. Para mí el surf se puede combinar con el rock hasta la libertad absoluta. Cuando estoy surfeando dentro de un tubo, las sensaciones son parecidas a las que provoca el sexo. Todos necesitamos escapar de una u otra forma.
Jolmes: DDD se basa principalmente en el culto a Dionisos, Dios de la noche, el vino el placer y las orgías.
Si se miran sus lejanos días en Buenavista, ¿se ha perdido la inocencia del rock?
Si.: Cuando empezamos a tocar, nuestras letras sorprendían más a la gente, no estaban preparados para eso. Con el paso de los años se ha perdido capacidad de sorpresa, así que intentamos dotar a nuestros temas, sin renunciar a la sencillez del punk-rock, de una energía positiva que logre que el oyente no se quede indiferente.
Dejan claro que se toman el sexo con cierto grado de humor.
Stagliano: Desde luego. Además, tratamos de huir del sexismo y el machismo, seguir los caminos del sexo tántrico y conseguir que nuestros amantes se sientan seguros junto a nosotros.
¿La realidad aburre?
St.: En muchas ocasiones sí. Por eso nuestros médicos se aseguran de recetarnos los fármacos necesarios para distorsionarla.
¿Horas bajas para el punk-rock guitarrero?
J.: Hasta hace unos años siempre estábamos la misma peña en los conciertos y, sabes, eran jodidos rockeritos de papá como nosotros, pero últimamente se ve gente joven y bella. Creo que gran parte de este proceso se debe a juegos como el «Guitar hero», que ayudan a la juventud a descubrir grandes bandas e iniciarse en el delirante mundillo de la música.
Son un grupo muy completo, ¿no les interesa lucirse más?
J.: La grandiosidad de una canción reside en la sencillez, que te lleves en la cabeza un estribillo para no olvidar. A veces esta opción es más interesante que crear complejas partes rítmicas o interminables punteos o solos de los que luego nadie se acuerda. La idea es soltar ese virtuosismo con cuentagotas.
«La búsqueda del placer, aunque muy ligada al nihilismo, ha sido una de nuestras mayores doctrinas»
«La grandiosidad de una canción reside en la sencillez, que te lleves en la cabeza un estribillo para no olvidar»
Discípulos de Dionisos tiene la solución para dar con «Los enigmas de la conducta humana»: dejarse seducir por la velocidad rockarolera de sus canciones y caer dentro de la batería de riffs y estribillos que se cruzan entre canciones, en una de las mejores orgías de rock zapatillero de la actualidad. Quizá el punk-rock (con algún detalle surfero), a su estilo, no atraviese el momento más popular, cosas de las modas o del relevo generacional debajo del escenario, pero quien caiga dentro de la seducción de estos guerreros del orgasmo va a quedar despatarrado por la sugerente síntesis que realizan del mejor Detroit, Sidney, Oslo y Londres. DDD ofrecen sexo explícito en sus textos, si cabe con mejores relatos que los del viejo LIB. Descarados y provocativos, nos divierten entre verdades y mentiras. Del talento extraen dieciséis canciones de impecable acabado, un paquete sin rellenos que pieza a pieza no supera los tres minutos. Cada melodía es un reto de inspiración, una situación en la que riffs de guitarra, estribillos y ritmo superan cualquier previsión. Canciones, en definitiva, como oraciones cantadas de rodillas.