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Anjel Ordóñez Periodista

Se irá el invierno, vendrá la primavera

Este invierno que se niega a consumirse ha traído la lluvia y el frío, la nieve y el hielo. También ha soplado el viento, sin descanso. Ventiscas, galernas y hasta ciclones que han hecho temblar bosques y han despeinado tejados. Los elementos, desbocados, no saben de crisis, no tienen piedad, no reparan en pequeñeces, y menos en las humanas. El tiempo está revuelto, lo veo a través de los cristales. Y yo no sé de isobaras, ni tampoco de témporas, pero algo me dice que, antes de que acabe el invierno, este viento violento que nos azota, este temporal que no amaina, se va a llevar algo grande por delante. Me da. Pero qué sé yo.

Con el viento meciendo las persianas he soñado que era tiempo de mudanza en un país sin bandera. Y en mi sueño veo a unos y otros planchando camisas, haciendo maletas. Unos sienten el viento de cola, quieren llegar para quedarse. Se ven pisando moqueta, notan en las mejillas el suave calor de la chimenea, y ya hacen cuentas. Como la infausta lechera. Otros, con el miedo en el cuerpo, temen tener que marcharse y sacan tímidos la mano por la ventana. Y, sintiendo el frío de este invierno riguroso, entran en tiritera mientras hacen cuentas, nerviosos. Y ya queda poco para la primavera, pronto brotará la mimosa. Hay prisas, muchas prisas, en el país sin bandera.

Y en mi sueño, para ese país sin bandera andan tejiendo una. Bien grande. Sin prisas. Porque cuando se haya ido el invierno llegará la primavera y después el verano, y más tarde, el otoño. Porque las intrigas de palacio apestan muros afuera y ya poco importa si dentro están unos o están otros, ya lo mismo da quién se queda con el dinero que compra conciencias y cierra bocas, quién vende almas para comprar oro, quién siembra miseria y la abona con sangre, quién pisa al caído, quién encierra al rebelde, quién vende a la madre y aun a sus hijos... Lo mismo da, porque en mi sueño sueñan que un día de éstos, más pronto que tarde, se levantará una serena brisa que se tornará vendaval y arrastrará bien lejos toda esa basura. Era sólo un sueño, tengo que cenar menos. Fuera, al otro lado del cristal, vuelve a soplar el viento. Cada vez más.

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