La fotografía ha logrado integrarse plenamente en el mundo del arte, al mismo nivel que la pintura, hasta conseguir lo que los expertos llaman «el equilibrio» entre ambas técnicas, como prueba la última edición de ARCO, que ofrece un mosaico de nombres consagrados y emergentes, y de temáticas varias. Inés López-Quesada, de la galería Travesía Cuatro, explica que «hace cinco años se produjo una revolución, que llenaba las ferias de arte de fotos y vídeos, pero ya ha concluido y ahora se ha estabilizado tras integrarse plenamente como un soporte más». Los organizadores hablan de la fotografía como de «uno de los segmentos más fuertes del mercado que resiste a la crisis», y citan cómo ya existen récords de subasta donde una fotografía ha superado el millón de euros. En ARCO 2009 ya no sólo hay galerías dedicadas en exclusiva a la fotografía, sino que casi todos los pabellones combinan las distintas técnicas tradicionales con la inclusión de alguna foto. Laurina Paperina, por ejemplo, retrata personas a las que cubre el rostro con caretas de artistas conocidos como Picasso. El blanco y negro es utilizado por Helena Almeida para provocar inquietantes imágenes cuerpo humano es utilizado como un elemento central.