CRíTICA Cine

«Slumdog Millionaire»

Mikel Insausti

No sé quién se puede creer que por acertar el nombre del tercer mosquetero de la novela de Dumas alguien llegue a convertirse en millonario. El presentador de la versión india del concurso televisivo que en Antena 3 fue conducido por Carlos Sobera aclara, además, que el máximo premio no se lo habían llevado ni profesores universitarios; así que cuesta suponer que un chico que apenas sabe leer, consiga la fortuna que a otros más doctos se les escapó. El guión de Simon Beaufoy es una completa  patraña, pero parece ser que la modernización de los cuentos clásicos como “El Príncipe y el mendigo” funciona en tiempos de crisis económica mundial porque, a falta de soluciones reales, hay que creer en los milagros. Es una pena que la Madre Teresa de Calcuta no supiese que hacerse rico fuera tan fácil en el país de las desigualdades extremas. Para ganar premios cinematográficos lo único que hay que utilizar es un montaje fragmentado mediante continuos flashbacks dispuestos en paralelo a la acción del tiempo presente, como el de “Slumdog Millionaire”, ya que, de esta forma, nadie se fijará en la verdadera simpleza del tramposo contenido. Dicen que la película tiene magia, pero por tal deben entender los trucos de un vulgar tahúr que juega con las cartas marcadas, que es lo que pone en práctica Danny Boyle apelando al estilo efectista que tan buenos resultados ya le dio de cara a la galería con “Trainspotting”. No me extraña que en la India hayan montado en cólera, ya que los fuertes contrastes sociales son explotados por la vía de un sensacionalismo grato a los ojos de los medios de comunicación occidentales. Y como tiene que meter un numerito musical de Bollywood para completar el cuadro exótico, el amago de baile por parte del manipulado reparto nativo va en los títulos finales de crédito. El obligado desenlace feliz se cumple gracias a que el chico encuentra a su chica desaparecida en la infancia chabolista, entre veinte millones de habitantes.