Dárselas de ganador moral sería idiota, pero lo que sí es cierto es que Tau Baskonia fue mucho mejor, barriendo de la cancha a su rival en varios momentos, en lo que a conceptos baloncestísticos se refiere. Pero el resultado, obviamente, no es moral ni un estado de ánimo, ni siquiera un registro conceptual. Es un hecho tangible y medible, de modo que la única verdad que se puede decir del Real Madrid-Tau Baskonia de ayer es que los de Dusko Ivanovic perdieron lo que tenían ganado.

Es cierto, obviamente, que el encuentro no decidía nada, pero tampoco conviene decir que las uvas estaban verdes cuando éstas se hallaban en la boca. Lo peor ni siquiera es la cara de tonto del derrotado, sino que fue el Real Madrid quien volvió a remontar ante el Tau Baskonia. Francamente, hay «tradiciones» que asquean.

Ahora bien, ojo con sacar las hachas de guerra contra Ivanovic. Es cierto que el conjunto baskonista tuvo hasta 22 puntos de ventaja y que encajó un 28-10 -ahí es nada- en el último cuarto; es cierto que una defensa zonal 2-3 se le atragantó hasta el extremo, y que el técnico montenegrino no halló soluciones -sí, usar a Splitter por la línea de fondo-. Pero es que la ingente cantidad de tiros libres fallados -los cuatro de Splitter, los tres de Prigioni, y uno providencial de Rakocevic con 80-78 a falta de cinco segundos-, ni los múltiples triples bien lanzados y no anotados no son culpa suya y sí de sus jugadores.

Más repartidas están las culpas en la faceta reboteadora. Hervelle y Reyes atraparon 31 rechaces entre ambos y sostuvieron, particularmente el belga, a su equipo cuando se barruntaba una paliza antológica. De su garra llegó la reacción local, y de la mano de unos Reyes y Bullock, que demuestran lo grandes que hay que ser para ganarles. Ojalá no se repita en la Copa.